Había más de mil versiones, según ibas preguntando. Nadie sabía con certeza lo que había pasado, aunque todas las historias coincidían en un mismo punto: no era posible entender cómo aquello podía haber ocurrido.
Nadie conocía la verdadera historia. Excepto yo.
Si le preguntabas a la vecina del edificio de al lado, te contará que ella se encontraba cerca cuando todo pasó, que fue rápido y que nunca se imaginaría que aquella chiquilla pudiera hacer semejante acto de locura. Había pasado por algo malo hacía poco con el chico con el que salía, pero ya lo habían dejado y ella se encontraba mucho mejor. Qué lástima.
Si son sus padres quienes narran lo sucedido, contarán, realmente afectados, que su hija era una chica ejemplar, educada, amable y cariñosa, muy trabajadora y atenta, además de estable emocionalmente, cosa dificil de conseguir tras lo vivido hacía un par de años con su anterior pareja y que es imposible que hiciera aquello por voluntad propia. Aún no podían creerse que su hija no volviera a llamarlos una vez más para decir que había llegado a casa después del trabajo.
La historia se torna algo perturbadora cuando son las autoridades quienes hablan de ella. Mencionan que la chica andaba algo trastornada por su última relación amorosa, que se encontraba en tratamiento médico y que, aquello, sumado a la excesiva ingesta de alcohol de la noche, hizo que Elena decidiera, un viernes por la noche, tirarse desde la terraza de su vivienda, en un quinto piso, justo después de haber atacado a su acompañante de aquella noche, que fue quien llamó a las autoridades tras el ataque sufrido y el salto de Elena.
Cuando es Lidia quien toma la palabra, la historia parece real, aunque es pura ficción. Hacía tiempo que hablaba con Elena por redes sociales y aquella noche habían decicido conocerse. Cenaron solas, luego se fueron de copas con amigos de ambas y finalmente decidieron, por proposición de Elena, ir a su piso. Una vez allí, Elena comenzó a hacer cosas muy raras, empezó a acusar a Lidia de espiarla y contarle cosas a su anterior pareja, la cual había sido denunciada por Elena por acoso y violencia machista. Tras la negativa de Lidia a todo aquello, decidió que la cita se acababa ahí y que quería marcharse, fue entonces cuando Elena la atacó, arañandola y golpeándola. Lidia consigió zafarse de ella y llegar hasta la puerta. Se detuvo un instante y miró atrás, momento en el que vió que Elena, con la mirada perdida, se daba la vuelta en dirección a la ventana, y sin tiempo posible de reacción, la abría y saltaba.
Y ahora, os contaré la verdad. Elena había sufrido durante un año abusos, vejaciones y maltrato por parte de su pareja, Luis. Finalmente, y con mucho esfuerzo, consiguió denunciarlo. Se mudó a la otra punta de la ciudad para no coincidir con él ni por casualidad. Tras mucha terapia, apoyo de amigos, fuerza de voluntad y medicación, había conseguido volver a tener una vida medio normal y había decidido volver a intentar compartir su vida con alguien. Conoció a Lidia, una chica majísima con la que hbaía entablado amistad a través de redes sociales. Tras meses de conversaciones infinitas, confesiones, narraciones de sueños y pasiones, decidieron quedar. Lidia había insistido bastante y, aunque Elena aún era algo reacia al contacto físico, había aceptado. Quería darse la oportunidad de ver qué pasaba cuando la cosa era real y no la situación que imaginaba en su cabeza.
La cena fue bien, por seguridad, las copas de después fueron acompañadas de sus amigos y algunos de ella. Le parecían familiares, pero no sabía de qué, finalmente ignoró a aquellos chicos y, tras avisar a sus amigos, decidieron ir a su casa, que se encontraba cerca, para terminar la cita en la intimidad. Lidia había sido un soporte donde volcar todo lo que le había pasado con Luis. Se entendían bien, ya que Lidia había sufrido lo mismo con su última pareja.
Una vez ambas en la casa, Lidia comenzó a comportarse de una manera algo peculiar, inspeccionaba cada rincón de la casa, las fotos, la decoración, los libros que Elena tenía en la estantería. Elena pensó que tal vez era algo observadora, e intentaba conocer más de ella sin necesidad de hablar, sin embargo, algo la puso alerta. Lidia se quedó mirando fijamente un cuaderno. Era un cuaderno muy particular, ya que fue una prueba de las desgracias a las que Elena había sido sometida por Luis, y que guardaba como muestra de lo que no quería que volviera a sucederle nunca más. Lidia pasó las manos por el lomo del libro, lo cogió y se giró, mirando fijamente a los ojos de Elena.
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