Dicen que hay que vivir el presente, que solo existe el ahora pero aunque sea cierto, a medida que pasa el tiempo se vive llena de recuerdos, de personas y momentos que ya no están y resulta inconcebible negarles realidad porque siguen provocándonos sentimientos, experiencias e ideas. Pienso que no solo existe un plano físico, donde puedes ver y tocar a la gente, que no solo existe un tiempo, este que vivo y se fue.
Siento que los instantes vividos cohabitan con nosotros, nos acordamos de ellos y nos provocan efectos presentes y reales. Reaccionamos hoy a algo que ocurrió en nuestras vidas hace años, pero eso puede ser tan actual y verdadero como lo que vivimos hoy, incluso más. Entiendo que la frase habla de aprovechar la vida, el instante y de generar nuevos recuerdos, pero tampoco hay que suprimir los que forman parte del pasado para que sigamos emocionándonos, aprendiendo, recordando a las personas que fuimos y que, sin duda, construyen a quienes somos hoy.
Parece como si el tiempo no fuese lineal, y no hubiese antes y después, sino un todo sucediendo a la vez, en la memoria, en el afecto, en la realidad, y así vivimos. Lo ocurrido llena nuestras vidas, alimenta nuestra historia personal y universal, todo cuenta, todo está ahí. Y el futuro, cuántas veces los sueños, la planificación, nos han liberado de horas mortecinas: desazón, corazones rotos, errores irreparables. Cuántas veces nos ha salvado recrear una situación que no existe en el momento actual, pero que en ocasiones ha terminado dando forma a la vida. La imaginación impulsa y guía al deseo que bien puede hacerse realidad, nos nutre y llena de sentido.
Por tanto no renuncio a vivir en todos mis tiempos, pasados, presentes y futuros. No siempre soy capaz de discernir cuál es más cierto o en cuál me encuentro, creo que puedo habitarlos todos y todos me habitan, me conforman. Ahora es todos ellos, fue y será siempre.
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