Llegó pasadas las dos de la mañana. Automáticamente se encendió el televisor panorámico con un bucle de vídeo de una hoguera chisporroteando. A ella le encantaba la sensación de paz que le daba el fuego. Se quitó las uñas postizas, dejándolas cuidadosamente en su estuche. Los zapatos de tacón, en el zapatero, alineados al milímetro. Le dijo a Alexa que encendiera la calefacción y pusiera unas luces tenues. Se quitó el vestido —imitación de Gucci— con un movimiento lento. Después, la faja y el sujetador con relleno. Por fin una sensación de libertad. Entró al baño descalza. Retiró las pestañas postizas y se aplicó crema desmaquillante. Se lavó la cara hasta encontrar su rostro. De vez en cuando necesitaba verlo. Dejó correr el agua de la ducha, para que llegara a la temperatura óptima. Depositó las bragas en el cesto de la ropa sucia, se revisó el nivel de depilado del pubis. Puso un pie en el plato de la ducha, comprobó la temperatura. Justo como a ella le gustaba. Cerró los ojos y sintió los cientos de gotas resbalando por su piel. El pelo se le volvía a rizar en contacto con el agua. Uso el «jabón natural», que era muy artificial. Champú y acondicionador que no tenían ninguno de los frutos que aparecían en el envase. Toallas que compró en Portugal made in Taiwan. Le dijo a Alexa que pusiera música. Blood on the leaves, de Kanye West, encabezaba una lista de canciones con afinación de voz extrema —lo que la gente llama equivocadamente Auto-Tune en referencia al producto de la compañía Antares— hechas pensando en los dólares y no en el arte. Miró de reojo su iPhone, le habían mandando varios emojis de besos con corazones y caras llorando de risa amigos que no la amaban, gente con caras serias. Se metió en su albornoz y se hizo un vídeo bailando una canción de J Balvin. Añadió el texto: «Dancing mood» y le puso veinte capas de filtros. Dejó de bailar en el momento que lo publicó. Sacó del congelador un helado en el que se podía leer «ingredientes naturales» que no tenía ni un dos por ciento de materias primas. Navegó por Netflix quince minutos y tardó seis en quitar la película que había elegido. Acabó el helado y volvió al baño. Forzó el vómito. Se miró en el espejo y comprobó que habían vuelto sus rizos y sus facciones desiguales. Se quitó las lentillas azules y se puso las gafas. Ahora sí era ella. No pudo aguantarse la mirada en el espejo. Se quitó el albornoz, maldijo su celulitis y se subió el pecho con las manos, tratando de desafiar la gravedad. Se metió en la cama y vio vídeos de TikTok durante veinte minutos. Después buscó en el navegador la web de Bellesa y empezó a deslizar vídeos con el pulgar de la derecha mientras el corazón de la izquierda se acercaba a su sexo. Localizó uno que le daba morbo. Comprobó que duraba más de diez minutos y empezó a tocarse. Después de los cinco primeros minutos abrió su mesilla para coger su Satisfyer Pro 2. Buscó el orgasmo rápido, sin regodearse. Cuando acabó se tomó sus 4 gramos de Lorazepam y dejó las pastillas al lado del Diazepam y la Fluoxetina. Puso su lista de reproducción para el sueño en la que un gurú le decía cómo alcanzar la abundancia y el éxito en la vida, susurrando en voz baja mientras una música onírica la ayudaba a dormir en sus sábanas de algodón que remedaban la seda.
Durmió profundamente soñando que un cuervo blanco le traía en su pico una llave de oro con la que abrir las puertas de la jaula en la que estaba encerrada, y escapaba corriendo descalza por un césped soleado y brillante hacia la luz que emanaba de una cueva decorada por piedras preciosas. Sólo soñando sentía que estaba viva de verdad.
Falso, falso, falso
8 respuestas a “Falso, falso, falso”
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Ufff cuánta verdad hay aquí reunida, cuanta fachada para tapar vidas de miseria emocional, vacío existencial y soledad profunda. Gracias por compartir
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Joder, qué maravilla!!! Hasta yo, como hombre, sentí que desenmascarbas. Estoy terminando una novela sobre la vida de una transexual colombiana… te puedo robar un poco de tu estilo? Prometo no copiarte literalmente!
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Jajaja, no tengo copyright de momento. Será un honor ser parte de tu inspiración.
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Brutal jefe, tan verdad esa mentira, tan prosaico como poético contado, gracias!
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Gracias a su maravillosa persona humana por venir a ver las tonterías que hago.
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