Erradicadores

Aquella habitación iluminada tan solo por aquel foco, me descolocó; me preguntaba qué es lo que me había llevado a esa situación. ¿Que malo había hecho para tal requisito?
_ ¡Por favor, puede alguien decirme qué hago aquí! ¡Holaaa!

El chirrido de la puerta me asustó, levantándome casi catapultada por ello; la grave voz incrementó mi miedo.

_ ¡ Siéntese ahora mismo! En un primer momento pensé echar a correr,

alcanzar la puerta y salir todo lo rápida que mis piernas me permitiesen,
pero me engañaba;el miedo me dejó anclada en aquella silla.
La silueta de aquel hombre, pues tan solo apreciaba eso, me hizo procesar más miedo si cabía;casi en un susurro y podría decirse que hasta balbuceando, me atreví a dirigirme a él, exponiendo mi supuesta defensa.
_ Yo… ¡yo no sé qué hago aquí! No he hecho nada, soy una ciudadana cuidadosa, respeta… El golpe de su mano sobre la mesa me cortó en seco.
_ Contésteme ciñéndose a lo explícito! ¿Sabe usted leer?
_ Si, por supuesto! De nuevo su golpe me sobresaltó.

_ Claro que sí! Sabemos todo, absolutamente todo, sobre cada uno de los
habitantes de esta degradante ciudad. Somos la mejor orden que pueda dirigir a tan escarriado rebaño; cualquier sentimiento de satisfacción lo erradicamos para que no se

expanda. Esta pequeña ciudad concentra un alto índice de ese nauseabundo brote.
Ya hemos erradicado el 95% de esa cosecha, no voy a dejar que se me atragante este insignificante 5% ¡Verdad que me entiende! Otro golpe sobre la mesa.
_ Ahora me pregunto. ¿Porqué se saltó una de las reglas vigentes?
Que sepa, hicimos llegar casa por casa las normas, así como noticias que nos incumben para manteneros al día sobre nuestros avances. Sin miramiento alguno, soltó
ante mis ojos una pequeña guía, tamaño bolsillo
_ ¿Tan difícil le resulta aprenderse doce páginas? ¡ Página seis, artículo tres!
Las décimas de segundo que me tomé le impacientaron.
_ Abrala! Tras una pausa por el temblor de mis manos, por fin logré llegar a la página indicada. _ ¡ Lea! Y haga por hacerlo como bien procura cuando cree que nadie la escucha. Aquel comentario me hizo levantar la cabeza,buscando con insistencia enfocar su mirada. Advirtiendolo, pegó su rostro al mío; su mirada gélida llena de ira aceleró mis pulsaciones, a consecuencia cerré los ojos con fuerza. _ Lea! Su aliento, este incluso agradable y el roce de su boca en la mía, me produjo náuseas
_ ¡Más vale que no lo haga si no quiere comerse su propio vómito! Haciendo acopio de mi poca sangre fría por la circunstancia, logré templarme.
Artículo tres: Queda totalmente prohibido mostrar empatía hacia el prójimo,en público.
_ ¡ Seguro le suena verdad! ¡Verdad! En el parque, aquel individuo desconocido para usted. _ Yo solo valoré de la manera que siento y puedo el esfuerzo y empeño que estaba mostrando, haciendo equilibrio en aquella cuerda;seguramente para conseguir algo de dinero y poder comer unos días.
_ Ilusa! ¡Qué ganas con eso! Titubeando un poco, logré contestarle.
_ Su sonrisa y gesto gracioso para que probase, me llenó de satisfacción.
Supongo le alegré el día; lo que quizás no sepa es que el a mi también.
¡O quizás si! Logró arrancarme una sonrisa que para nada pasó desapercibida.
¡De verdad, gracias por traerlo de nuevo a mi mente! Su extraño gemido me perturbó.
_ El aprendió la lección, es un brote erradicado! Aún con mis ojos cristalinos por el sentimiento que aquello me procesó, me dirigí a él con una sonrisa.

_ ¡ No olvidaré ese feliz momento! De nuevo un gemido. Continuará…

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: