El paso del tiempo se convirtió en sequía,
la sequía hizo del valle un cementerio de elefantes.
Los ríos secos dieron paso a un suelo mudo, sin color,
en cuyas grietas dejó de florecer la esperanza.
El viento nunca más fue verbo en las hojas de los árboles,
y la vida habitó entonces sólo en el recuerdo del silencio.
Así el paso del tiempo me convirtió en sequía,
y en la sequía fui a morir en la soledad de la taberna.
El whisky caliente dio paso a una garganta muda, gris,
en cuyas cuerdas vocales dejó de florecer la palabra.
El viento se llevó las conversaciones pendientes,
y la vida habitó sólo en el recuerdo de los años eléctricos.
El paso del tiempo arrasó con todo,
ya no queda nada de la calle y los pinares,
de la primera canasta, del pupitre donde aprendí a escribir,
de los terceros tiempos, de los hijos de otros padres,
de las hipotecas que no pude permitirme,
de los amores que consumí en la tristeza,
de los futuros convertidos en cenizas.
En memoria de Charles Bukowski en el Día del libro.
Por la inspiración legada a través del tiempo.
Por la senda del perdedor.

Foto vía http://eligeunlibro.blogspot.com
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