Desde que tengo memoria siempre fue así. Claro que decir «siempre» cuando me he despertado del coma hace cuatro meses puede ser hasta una incorrección gramatical.
«Siempre» es lo que ha ocurrido cada día durante ciento veinte días. Pero también lo que ha ocurrido cada día durante veinte siglos. Tomar café con leche por las mañanas o que salga el sol por el este, ¿o era por el oeste? desde que tengo memoria creo que se me han olvidado algunas cosas.
Que los hechos sean de una manera determinada durante ciento veinte días los hace inevitables, la ducha por la mañana o el ratito en el que me dejan ver la tele a las cuatro de la tarde. No puede ser que no ocurran. Como no puede ser que el sol no salga por el lado que sea, porque todo siempre ha sido así.
Siempre me da vértigo, ¿la palabra?, sí claro, la palabra y las montañas rusas. Desde que tengo memoria me horrorizan aunque no recuerdo haberme subido en ninguna. Ninguna tampoco me gusta, la palabra digo. Ninguna montaña rusa me gusta, ni las de otros paises, creo, no me acuerdo bien.
Desde que tengo memoria siempre me pongo a escribir para hacer un diario, el psicólogo me entiende mejor si en vez de hablar escribo lo que quiero decir. Siempre fue así, nunca me supe comunicar con la palabra. El vértigo es difícil de describir con la voz, sólo me dan arcadas y vomito. Vomitar escribiendo es difícil.
Vomitar nunca, siempre escribir en una montaña, la serie de las cuatro, el café de la mañana, la ducha.
Y desde que ya es siempre nunca se me olvida nada.
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