Un año después de la vuelta al jamón

Abril. 2022. Semana Santa. Me paré un momento a escribir en mitad de mis vacaciones en el frenético ritmo de tratar de conseguir en el que estaba metida. Conseguir logros, evitar la soledad, encontrar amor.

Y aunque mientras lo escribía parecía estar sintiéndolo de verdad, no fue así de inmediato. La verdad es que no lo entendí hasta meses más tarde. No es hasta que llegas al fondo que puedes saber todo lo que hay por ahí abajo y subir dándote impulso. 

Seguí en contacto conmigo, con mi cuerpo, con mi ser. Y quizá fue el punto de partida de un nuevo ciclo. Empecé a entender de verdad que yo no quería ser más mi máscara. Porque se había vuelto una herramienta inútil, y aun así seguía usándola.

Aprendí que la vida no era como me la habían contado, y que, menos mal. Fui testigo de cómo el dolor y el sufrimiento van y vienen, como los ciclos de la economía, como las estaciones de año, y que no hay nada que podamos hacer para evitarlo.

Me paré un momento a escribir y, por lo visto, caí en la cuenta, de que estaba dándole la vuelta al jamón.

Abril. 2023. Semana Santa. Vacaciones.

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