Se miró una vez más al espejo. Miro el revólver y pestañeo un instante que se le hizo eterno. Y disparó.
Dulce. La muerte se le hacía dulce. Se sintió por vez primera ligera. Sin su propio peso, sin pesos extras. Sin pensamientos. Sin remordimientos. Sin sentimientos. Todo se escapaba a la vez que su vida se agotaba.
Ligera. Como una pluma. Inerte. Cerró sus ojos mientras caía sobre los azulejos del baño.
Sin tiempo. Sin más tiempo que sufrir. Sin volver la vista atrás. Sin arrepentirse. Sin lágrimas ni pensamientos tristes.
Se le fue acabando el aliento.Los últimos débiles latidos que nadie escuchó. Sin besos de despedida. Sin abrazos ni promesas. Sin odio y sin amor.
Un instante que pareció eterno.
Sin vida.
Beso el suelo ya sin vida.
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