¿0.1 ó 0.01 mg por kilo?, pienso mientras corro por las escaleras, no lo recuerdo, ¡mierda!.
-¿Qué dosis le administro doctora?
-Hum, hum, 2.6 mg.
-¿Intramuscular?
– Sí, sí, claro
El líquido comienza a pasar y la dosis me viene a la cabeza. Eran 0.26 mg.
Nooooooooooooooo.
La frecuencia cardiaca del paciente se dispara y el horror aprieta mi corazón hasta que casi deja de latir. Lo he matado. Se está muriendo. Morirá ahora
Pero no abro la boca.
Mi frecuencia mental se acelera más que la del paciente. La madre aún me mira confiada y yo repienso: -Lo he matado. Confiaban en mi y está muerto. Venir a urgencias por un dolor de barriga y morirse porque está de guardia una médica inútil y estresada. ¿Y sus hermanos? ya no tendrán una vida tranquila, se llenarán de miedos y paranoias. ¿Y su padre? ¿Sería la abuela la que le habría dado las chocolatinas? , se va a morir ella también.
Tensión arterial subiendo y la cabeza de mi paciente parece que va a explotar. Chilla de dolor.
No me muevo
Mi tensión sube a la par. Y sigo: -¿Y mis hijos?, cuando me detengan ¿tendré tiempo de despedirme de ellos? Diez años de cárcel y lo que me voy a perder. No llevarles al baloncesto, no pelearme. ¡Mi sueldo!, tendrán que vender la casa. Bueno, así no hay que repintarla. ¿Ves como nada tenía tanta importancia?
Sigo callada.
El paciente cierra los ojos.
Yo cierro los míos: -¿Y en la cárcel?, conocer gente nueva que me juzgará y me odiará por haber matado a alguien en vez de trapichear como todo el mundo. Con lo que me cuesta hablar con desconocidos. Cárcel de mujeres. Nooooooooo. No poder pasear, ni bailar, ni comprar. Ah, sí, podré escribir. Diez años para escribir. Sin excusas. Ya no tendré que madrugar ni hacer guardias.
La vida media de la adrenalina es de 3 minutos. La dosis se puede repetir hasta cinco veces. Los niños tienen una capacidad infinita de supervivencia. Diez veces la dosis recomendada y…
Al minuto y medio de la inyección la frecuencia del paciente se enlentece, baja la tensión arterial y deja de chillar. Incluso sonríe.
Me voy sin decir nada. Cuando me pasó la vez anterior creí que el susto me serviría para no olvidarme.
(Basado en hechos posibles)
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