Cada vez que vuelvo de mi tierra me encuentro como forastera en Madrid. Siempre he vivo aquí, la verdad, no voy a esconderme. Pero uno es andaluz de corazón y ya está. Cualquiera que lo haya sentido sabe de lo que hablo.
Andalucía es oscuridad y es luz. Es vivir hacia fuera con mil secretos familiares. Es la pasión de una banda de música detrás de una virgen pasando por tribuna mientras ves a tu primo enfrente y esperas a que pase el trono para echarte un cafelillo.
Andalucía es la emoción de saber que cuando vuelvas, todo estará en el mismo sitio que la última vez y que te acogerán como si no les importasen ni tus prisas ni tu acento.
Es olor a hierbabuena, a jazmín y a mediterráneo. Es la familia. El patio interior. Los olivos, y el verde mar.
Las sardinas, los dulces muy dulces, aceite, ajonjolí, y tinto con limón.
Es arraigo, saber que perteneces. Pertenecer.
Si tuviera que elegir un solo lugar en el mundo, sin duda sería Andalucía.
Deja una respuesta