»¿Por qué vuelvo de nuevo a Holanda? Porque me cansé de vivir envuelta en la sombra del miedo, porque no deseo seguir siendo el objeto de miradas y comentarios maledicentes. Necesito el reposo de la invisibilidad y aquí nos falta mucho para ello. Además, La Colombia que yo recordaba ya no existe; no sé cuándo paso de ser mi tierra a ser una fantasía de una vieja melancólica.
Regresé buscando un abrazo sin medida, una caricia sin malicia, una sonrisa sin motivo; pero no encontré más que una cadena de recuerdos hermosos que se convertían en dolor al ver que ya no estaban.
Regresé buscando a los amigos que no me reconocieron; regresé buscando a mis hermanas; unas estaban muertas y otras, muy pocas, vivas, pero tenían muerta el alma.
Regresé buscando la seguridad de mis recuerdos, pero solo encontré memorias desteñidas por los años.
Regresé y me di cuenta que soy una mujer sin patria y sin familia. Mi única certeza válida es la seguridad de haber vivido sin remilgos y mi compañía más fiel son mis recuerdos.
La soledad es la enfermedad de este siglo y para nosotras, las trans, una condena desde nuestro nacimiento.
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