(Texto escrito originalmente en «notas» del móvil, con resaca y malura, en el avión de regreso a Madrid desde Tenerife. Ya me perdonan).
Tengo la cabeza en obras como el metro de Madrid, da igual cuando leas esto. La resaca que llevo en el avión a Madrid desde Tenerife haría cuestionarse dejar para siempre la bebida al mismísimo Joaquín Sabina. Y mientras a mi izquierda Víctor intenta ver sin éxito «Kung Fu Panda 3» y a mi derecha Juanma repasa las fotos borrosas y movidas echas al azar en el Papagayo (visitadlo por favor), me he puesto a pensar en la cantidad de trampantojos que nuestra mente construye cuando vamos entonaditos, rocambolescos, brillibrillis, rimbombantes y, en general, borrachos como alcoholímetros jubilados.
He reunido algunas de mis favoritas a propósito de la noche de ayer, porque me encanta la farándula y la tontuna.
Recuerdo hablar con muchísimas personas desconocidas de chorradas en general, y sentir que algunos de esos desconocidos eran las personas más interesantes, inteligentes y graciosas que había conocido. Además sientes que es mutuo, y que estás conectando casi a nivel personal con, digamos, Paquito. Bien, hoy no sé cómo tenía la cara Paquito ni de lo que narices hablamos, hasta el punto de que dudo tan siquiera de que haya existido esa conversación tan «mágica y profunda». Trampa 1: todo el mundo es guay hasta que se demuestra lo contrario.
Además por lo visto, según me comentan algunos de mis amigos, esa sensación también fue mutua, porque quizá, puede, existe la posibilidad de que me pusiese un poco brasas con dicho desconocido. Trampa 2: crees que eres guay hasta que te demuestran lo contrario.
Esta mañana me he encontrado una bolsa sorpresa con mi pantalón vaquero y la camisa que llevaba anoche llenitos de arena y agua de mar. Sumo a este hecho que anoche mi colega Fer se puso a «freír» en la sartén unos calcetines que obviamente no eran suyos, además de otros objetos que no comentaré en este momento por no asustar a mi querido lector. Trampa 3: dependiendo del grado de locura del consumidor, el alcohol da alas a ideas nefastas y bizarras por el simple hecho de que puedan ser graciosas o emocionantes en ese momento. Y no miento si digo que el momento «fritura textil» me provocó tal ataque de risa que temí por mi vida. Recoger al día siguiente no nos hizo tantísima gracia, también comento.
Una cosa que tenéis que saber de mí es que tengo dos pies izquierdos. Menos mal que se me concedió el don de las manos porque sé a ciencia cierta que no podría ganarme la vida bailando, y esto me lo han confirmado mis tíos de Málaga que se han pasado la vida bailando (de hecho uno de ellos ha sido profesor de salsa). Pues bien, ayer baile que te cagas. Increíble. Me quedé con la pista de baile. Me las sabía todas. Le robé el curro y el protagonismo las gogós. Trampa 4: si no sabes bailar sobrio, borracho muchísimo menos. Según me cuentan hoy, ayer fui hasta peligroso. Era un ventilador caótico. Di más vueltas que un caramelo en la boca de un pensionista. La gente me miraba como se mira a un robot que está a punto de explotar. Pero joder, cómo me lo pasé. Y eso es lo que importa.
Por último (de momento) recuerdo tener fiebre al comenzar la noche. Recuerdo mal cuerpo en la zona chillout por la tarde, pensando en degustar un Frenadol con la misma intensidad que un arehucas-limón. Vale, pues en la segunda copa de ron ya me creía Superman. No me dolió ni el golpe que me di en las costillas con la esquina de la mesa mientras llevaba chupitos a mis amigos. Trampa 5: si estás malo, estás malo. Puedes tener un descanso sintomático temporal, pero la cosa empeora divertidísimamente al despertar. He bebido agua como si la fueran a prohibir. Si levantara hierros en el box con el ansia con que he levantado la garrafa de 8 litros esta mañana, me clasificaba para los CrossFit Games.
Así que ahora podéis entender porqué tengo ahora mismo un concierto de flamenco en el cráneo. Nos han apagado las lucecitas del avión y mis dos colegas han caído al unísono como si los hubieran apagado, así que creo que voy a hacer la misma.
Paz y alcohol entre los mundos.
Deja una respuesta