Lo que Perro le enseño a Morsa

Tuve un maestro anciano que me advirtió con solemnes palabras:

  • Ten cuidado con este saber que te entrego. Es una carga que habrás de soportar pues tiene dos vertientes. – Me decía después de su explicación. – Su verdad te hará más libre, pues comprenderás cosas de las que antes no te apercibías, pero el nivel de conciencia al que te llevará, te hará ver las aristas y dobleces de las que antaño creías superadas y las tendrás que revisitar con esta nueva lente.

Ufano, me regodeé en las nuevas lecturas que aquel saber me regalaba y no vi nada malo en ellas, ni apercibí aquella carga que me decían habría de soportar. ¿Cómo va a ser el saber una carga? – Me repetía. – ¿Acaso arrojar luz sobre los malentendidos no es sino todo lo contrario a soportar un peso?

Me sentía liviano, abierto mi espíritu a nuevos sabores. Pleno. Con un control de mi mismo que jamás había sentido, hasta que hablé con Perro.

Esta es la sencilla transcripción de la conversación entre Morsa y Perro:

MORSA:  Perro, ¿Qué haces ahí tan en silencio?¿Qué te ocurre?

PERRO: No sé, no me puedo mover.

MORSA: Claro, ¿No ves que tu collar se ha quedado enganchado en ese arbusto y eso te impide moverte?

PERRO: Sí, veo mi collar enganchado, pero nada puedo hacer.

MORSA: ¿Cómo que no puedes hacer nada?

PERRO: Nada.

MORSA: ¡Ladra!, ¡Aúlla!, ¡Quéjate! Seguro que tu amo vendrá a socorrerte.

PERRO: Si estoy aquí, será por alguna razón.

MORSA: Pero sea la razón que fuere. ¡No pretenderás quedarte ahí para siempre!

PERRO: No sé. Lo que tenga que ocurrir, ocurrirá. No haré yo nada por precipitarlo.

MORSA: Pero si no haces nada: ¡Es evidente que fallecerás de inanición!

PERRO: Pues así será.

MORSA: ¿Pero qué tipo de estupidez estás diciendo? No puedes quedarte ahí esperando a que ocurra un milagro y te saque de ahí. No puedes depender de otros para tu libertad, Perro. ¡Qué monstruosidad! ¡Qué desidia!

PERRO: Amiga Morsa. Es lo que hacemos desde que venimos a este mundo. Nada de lo que nos acontece está bajo nuestro control. Nos engañamos creyendo que dominamos nuestro destino, pero no es para nada así. ¿Qué diferencia hay entre esperar aquí tranquilamente a la muerte o a que alguien me libere si es eso lo que los hados tienen para mí pensado?

MORSA: ¿Qué qué diferencia hay? ¿En serio me lo preguntas?¿Es lo mismo no hacer nada por cambiar tu suerte a esperar sin moverte a tu segura muerte? Al menos, si intentas algo, reduces tu posibilidad de morir ahí abandonado.

PERRO: No has entendido nada, Morsa. No hay diferencia entre una muerte aquí en este momento y otra muerte más adelante porque yo estoy siempre en el presente y el presente es un lapso de tiempo infinito. No se agota nunca. No me importa si mi presente es esperar a la muerte o corretear tras una mariposa sobre un campo verde, no hay diferencia entre ambos. Ambos son momentos infinitesimales ante la vastedad del presente. Morsa, tú vives el futuro, yo vivo el presente. Morsa, tú sufres, yo vivo.

MORSA: Amigo Perro. ¿De verdad que no cambias un leve movimiento que te liberaría por una comida más; por volver a la calidez de tu hogar con tu amo; por sentir de nuevo sus caricias?

PERRO: Ya lo hice y lo valoro, no pienses que soy un descreído que no siente el valor de las cosas. Todo lo contrario. Amé a mi dueño con todo mi corazón. Le di a mi familia todo lo que tenía, una y otra vez. Nunca desfallecí entregándoles mi aliento. Cuando mi amo tuvo heridas, yo se las lamí. Cuando se ausentaba de casa, yo lo recibía con alboroto al volver. Aunque hubiera salido por sólo unos minutos, le demostraba todo mi cariño con la misma intensidad que si su ausencia era de días. Cuando hubo que comer, me sacié. Cuando no hubo que llevarse a la boca, ayuné sin rechistar. Cuando hubo que recorrer muchas millas en busca de sustento, lo hice y cuando me traían los manjares a mi lecho de placer, los disfruté con intensidad. Jamás renuncié a placer alguno y por eso mi presente es rico, porque está construido con toda mi entrega y mi buena voluntad. Cuando encuentras aquello que te completa, que te satisface y te hace pleno, tu presente es infinito. No existe el hastío. No hay cabida para la tristeza o para la pereza. Cuando te entregas con intensidad y amor al presente ya no hay más que eso. Un presente que te embriaga y que te despreocupa del futuro. Por eso espero, porque lo que tenga que ser, será y lo aceptaré con agrado. Si estoy aquí porque mi amo me ha abandonado, pues aceptaré mi destino y si por el contrario estoy aquí, porque en un descuido me he enganchado, mi amo me estará buscando y me encontrará.

MORSA: Amigo Perro, ahora te entiendo y te secundo. Me estaba lamentando hace unos minutos de que no se me ocurría nada que escribir, porque ahora quiero ser escritor y todas las semanas me obligo a sacar un texto. Me lamentaba de que esta semana no había escrito nada y ahora ya lo entiendo. No se puede ir a por un escrito, éste tiene que venir a ti. Así es y como tú, que esperas ahí paralizado a que el destino desvele sus intenciones, yo he decidido no forzar nunca nada para escribir.

PERRO: Asi es, hermana Morsa. Ahora veo que lo has entendido.

MORSA: Lo que tenga que ser escrito, será.

Una respuesta a “Lo que Perro le enseño a Morsa”

  1. Me gusto y me hizo pensar. Aunque no hacer nada también es una acción.

    Me gusta

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: