No soy un narrador.
No soy la simulación de una vocecilla que susurra a tu inconsciente desde una lejanía deslocalizada.
Soy, literal y literariamente, la vocecilla de tu cabeza.
Sí, estás leyendo algo que no has escrito tú, pero hace tiempo que necesitabas que te hablase y aquí estoy para cambiarte la vida.
Abándonate a la lectura fluida y atenta. Puedes fingir distancia si quieres. Puedes no creértelo del todo, pero ya no puedes dejar de avanzar y escuchar lo que tu vocecilla lleva queriendo decirte hace mucho tiempo.
Se ha acabado la espera, porque vengo a decirte negro sobre blanco lo que intuías levemente.
Te digo que dejes ya de engañarte y postergar lo inevitable.
No eres una profesión, un familiar o un miembro que desempeña un rol en la sociedad, eres un ser maravilloso y completo. Has venido a este mundo a morir y mientras lo haces, vas a regalarle a todo el que se cruce contigo una fuente de saber y experiencias. Todos estamos ansiosos por escucharte, por entender tu forma de ver este compendio extraño que llamamos existencia. Eres un dios porque ya tienes todo lo que necesitas y a su vez eres insignificante porque nadie te necesita. Eres prescindible, pero no te sientas mal por eso, es la máxima liberación que puedes tener. Sentirte insignificante no es una carga, es la verdadera dimensión de lo que eres y nunca la verdad fue una carga. Lo sería si hubieras construido un mundo de artificio a tu alrededor, pero incluso así; Incluso si estás amedrentado por palabras o compromisos que te han marcado, estás a tiempo de destruirlo todo y abrazar la pureza con la misma intensidad que aquel que fue recto toda su vida.
O más aún. La redención es la única vía hacia la pureza de espíritu.
Redímete.
Perdónate.
No seas tan tirano contigo.
¿Por qué perpetuar aquello que te atrapa y perjudica?
¡Deja ahora mismo de poner excusas!
Desde que he empezado a hablarte estás poniendo peros. Te dije que podías fingir distancia, pero no que me ignorases impidiendo el paso a mi verdad con tus barreras autoimpuestas.
Esta mierda de sociedad en que vivimos, que nos ha vendido la ilusión de que somos más libres que nunca, nos ha vendado los ojos a base de creer que lo tenemos todo detrás de una tarjeta de crédito.
Jamás el crédito comprará dignidad, sabiduría o libertad. Eso lo sabes hace tiempo, por tanto no compres esa última gilipollez que te ha salido en un anuncio de Facebook y te ha hecho creer que te iba a completar. Ya te dije antes que eres completo desde que naces, sólo tienes que derribar todas las barreras que te han ido moldeando como un esclavo.
Sí, he hablado todo el tiempo en masculino genérico y de verdad que te pido disculpas a ti si no te sientes incluida porque hablo a la raza humana entera, sin distinción alguna de género, raza, religión o nacionalidad. Seas quien seas, tienes una responsabilidad enorme. No la eludas.
Eres el depositario de algo inmenso que vive en ti mientras respiras y abonas la tierra, no te defraudes. Respétate y respeta, todo vendrá encadenado después.
Y no olvides prepararte cada día para tu hora final. Es tu única obligación.
Siéntete dios y mierda a la vez.
Abraza el caos y saboréalo interiorizando que eres sólo el presente que deslizas entre tus dedos juguetones.
No dejes jamás de jugar y ahora que ya has dejado de fingir que yo era la voz de otro que te contaba milongas, date una vuelta, mira el astro rey o a nuestro satélite, dependiendo de la parte del globo donde te encuentres, y siente la distancia que media entre ellos y tú.

Respira y siente que no es nada, que es inmensa y despreciable a la vez.
Como tú.
Sólo que tú hoy vas a elegir ser inmensa.
Busca a ese ser al que quisieras ver al morir y dile que lo quieres.
Ya no hay mañana.
Deja una respuesta