Estoy viviendo uno de los mejores momentos de mi vida.
Dicho así, esa frase puede parecer vacía, por el sobreuso que se le pueda dar como medida de autotratamiento en la época de Mr. Wonderful, pero juro que es cierto. Quizá esté tan seguro porque echando la vista atrás ha habido bastantes momentos de estos, y simplemente no era del todo consciente hasta verlo a posteriori. Me enorgullece ser consciente esta vez «durante» y no «después».
Este hecho me ha llevado a pensar, al mismo tiempo, en la diferencia de ganas o búsqueda de tiempo para escribir que he tenido con, por ejemplo, el año anterior. Hablaré del sufrimiento y el arte más adelante. Ahora, no sé, tengo que pensar en otra cosa.
Primero hablaremos de la “fragilidad” de la felicidad.
Cuando eres consciente casi de manera inequívoca de que eres feliz, no te sueles parar a pensar en por qué. Simplemente vives. Yo, que soy una siderurgia agitada y continua de ideas complicadas, cortantes e irregulares, me voy a parar a analizarlo.
Soy consciente de que los pilares que conforman ya no mi vida actual, sino ese palacio de buena energía en que resido ahora mismo, tienen un límite de carga, arquitectura y medidas propias, y sería estúpido si pensara que se forman de adamantium y no pueden romperse bajo ninguna circunstancia. Pero, sinceramente, creo que ahora mismo he ganado las herramientas y los “poderes” personales para analizar posibles grietas, o filtraciones de agua, moho, termitas etc. que puedan atacarlos. ¿Será esa la receta de la felicidad?
Nah, qué coño, David. No tengo respuestas a todas las preguntas. Intento alejarme lo más posible de ser un Narcisaurio. Y quizá el hecho de ser una persona que mira más allá de su Pene me haya permitido llegar a estas conclusiones, o dejar de ser el burro que persigue la Zanahoria para buscar un camino más allá del preestablecido.
Y entonces llegamos al tema del sufrimiento y el arte.
Es totalmente cierto que, por lo menos en mi caso, la tristeza/melancolía me ha ayudado a crear «arte», ya sea en escritos, canciones o pensamientos personales (o quizá sea al revés y el arte me haya ayudado a canalizar ese mal rollo, haciéndome sentir muy vivo en el proceso).
¿Será posible entonces que la felicidad frene el arte? ¿Ya no veo tanta necesidad de exponerme a un papel? Y ni siquiera hablo de relatos o ensayos, que he podido escribir en un momento de Brilli Brilli vital. Estoy bastante confuso en este tema, la verdad, pero siento que los tiros van por ahí. Tengo demasiadas cosas encima, y aunque ahora mismo constan de proyectos interesantes que me mantienen alegremente ocupado, a veces son Pezoneras pesadas que me oprimen el pecho.
Pero me prometí permanecer Vigilante con este proyecto, y es algo que me estimula y que constituye uno de los pilares importantes que nombré anteriormente. Prometo, de la misma manera, seguir disfrutando de la escritura aunque los dulces y lacerantes Tentáculos de la bajona emocional no me impulsen a necesitarla, como la daga que abre la herida y saca la mierda.
De hecho, estoy escribiendo esto a dos horas de acabar el domingo en una casa con amigos, que no sólo toleran, aplauden y me animan en el proyecto, sino que me han querido putear ofreciéndome el reto de darme palabras (las señaladas en negrita) para estrujarme los sesos y usarlas en el ensayo.
También son pilares de mi Taj-Mahal presente. Me hacen pensar que los unicornios existen.
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