«Un pájaro me canta / y yo le canto…»
(Amor, Idea Vilariño)
Todo se refleja en el espejo apoyado sobre el cubo de basura. Me miro frente a él: no sé quién soy. Para buscarme, me echo a un lado y veo la imagen devuelta de transeúntes que desfilan por delante. Casi nadie mira hacia el espejo y éste, por la distancia y el ángulo, solo consigue captar fragmentos de cuerpos; retratos rotos y fugaces de nuestra contemporaneidad. Así pasan minutos, no tengo claro si muchos, pocos o ninguno. Entonces un gorrión se posa en lo alto del espejo, me mira fijamente: “no se trata de amor, damos la vida”, dice. Y yo, que olvidé gorjear, no digo nada, pero encuentro en su mirada las partes de los cuerpos que el espejo no consiguió reflejar.
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