Hace muchos sueños volvío a sentirlo. El mundo se abría bajo sus pies. Un abismo de incógnitas desprendia un inconfundible olor a fracaso. A temor. A rabia. Por un pequeño agujero se escaparon las mariposas. Volaron. Tal vez huyeron ante la falta de ser, la extensión de la nada, el vacío inmenso que le había dejado. Un suspiro como exaltación del último adiós.
Y así fue.
Aquella fue la última vez que le vio.
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