Relatos 5. Cine de barrio

[…] El dueño del bar le dijo que le debía 6.000 pesetas de whisky y le echó del local. Aquella fue la última vez que le vi, al menos aquella semana. Vecino del portal 38, piso 4F, era un tipo de costumbres, le gustaba tomar el vermú allí los sábados, cuando acaban las clases extraescolares de baile en el colegio Calasancio. Siempre la misma mesa, siempre gafas de sol, siempre whisky, siempre repulsivo. El tipo fue policía o algo así. Esto lo descubrí una noche en la que coincidimos en el Bar Pigmalión. Yo estaba investigando un comportamiento anómalo dentro de un matrimonio, era un caso sencillo: el marido de la contratante empezó a llevarle flores y a preparar el desayuno de vez en cuando. Si empiezas a tener este tipo de detalles después de 32 años de casados es que estás siendo infiel, o has decidido dar el paso y confesar que por las noches eres Romina, tu alter ego travesti. La gente se sorprendería de las veces que es lo segundo.

El investigado bebía junto a una mulata apoyado en la barra, era tal el cliché de la escena que desistí de esperar para ver el desenlace. Podría entregarle a la mujer el mismo informe que había escrito tantas veces con otros nombres. En los puticlubs de parroquianos como aquel la mitad de la clientela son jubilados con pantalón de cintura alta y camisa de manga corta, y la otra mitad detectives privados. Todos consumidores a su manera, todos cómplices. En esta profesión tienes que ser camaleónico independientemente del lugar. Perdido en mis pensamientos reparé en el gordo del 4F. Sabía que se llamaba José Luis Corriente. No tenía pinta ni de jubilado ni de detective, así que, dejándome llevar por la bebida, decidí averiguar más sobre tan reconocible personaje de mi nuevo barrio. Al cabrón le gustaba presumir en voz alta sobre cosas que ni él mismo se creía, y, efectivamente, no tuvo reparos en enseñarme la placa llegado el momento. “Joder, ¿cómo puede haber tantos policías gordos y puteros en este país?”, pensé. Se supone que en la España de 1986, con Felipe González en el gobierno, estás cosas tendrían que haber quedado muy atrás. “Debería meterme a director de cine, con estas historias los guiones se escriben solos”, traté de convencerme.

[…]

2 respuestas a “Relatos 5. Cine de barrio”

  1. Oye, me encantaría leer lo de antes y lo de después. Engancha.

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    1. Avatar de escritorcastellano
      escritorcastellano

      Puede ser que vea la luz algo más relacionado con la historia, cuando acabé de escribir pensé que podía dar más de sí llegado el momento.

      Le gusta a 1 persona

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