Videntario (adulterado)

Prólogo del texto (escrito a posteriori) que, una vez leído, probablemente te haga plantearte no querer seguir leyendo:
Este ensayo nace de una idea que hacía tiempo quería plasmar. Una suerte de análisis de la soledad a la que algunos niños se ven empujados en los diferentes estadíos de la vida hasta llegar a la universidad, con el toque personal de lo que yo viví y que no tiene necesariamente que ser el de la persona que lo lee.
Visto así es posible que pienses “Guau, David, qué interesante, qué reflexivo, que poético-filosófico”, ¿no? Pues no. Porque en este preciso momento estoy recuperándome de una operación de muelas (no preocuparse, todo bien) que me lleva a tomar una batería de drogas farmacológicas que ríete tú de Mick Jagger.
Y ahora mismo llevo un pedo que te cagas.

Este tono cómico no va a prevalecer mucho en el texto, así que si estás buscando esto precisamente, deja de leer aquí, y espera a que se me vaya la pinza en semanas posteriores. Tranquilo que se me irá.
Si, por el contrario, quieres ver cómo una mente intrincada adulterada por el Tramadol intenta tejer un ensayo serio y profundo condimentado con vivencias personales, quédate conmigo.
¿Bien? ¿Sí? ¿Avanti? Vamos a ello.

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Irónicamente, la primera luz que ves es la que menos recuerdas.

Dale un año, quizá algo más, para retirar el piloto automático en el que te llevan, traen, alimentan, cambian y cuidan, teniéndote que preocupar simplemente de crecer y evolucionar de manera natural.

Y después, ¡tachán! Os presento a la conciencia, al principio muy inmadura. Quizá después también dependiendo de quien la empuñe. En el caso de quien tuvo que enfrentarse a titánicos monstruos demasiado pronto suele pegar estirones rápidos, pasando por la enfermedad (mental, física o emocional) reglamentaria para ello. Aunque en ocasiones sirve para lastrar el desarrollo de la persona en cuestión.
Pero ya llegaremos a ello más adelante.

El parvulario quizá constituya los primeros pasos a la socialización. En mi época, aún existían cocinitas y juegos de construcción, aunque al menos recuerdo que ya nos daban libertad para elegir. Siempre pensé (y pude más o menos comprobar, hablando con varios profesores de niños de estos años) que aquí aparecen los primeros indicios de la personalidad. Cada niño empieza a mostrar conductas diferentes y únicas, y dependen de manera súper importante del entorno que les rodea.
En mi caso tardé más de lo normal en entrar a un grupo y empezar a ser un ser “sociable”.
Os digo una cosa: no me ha ido mal. Hoy soy quien soy por ello.

El colegio se las trae también, pues la personalidad ya ha ido adquiriendo colores más potentes. Algunos más coloridos, otros más tétricos, y algunas veces no sobrepasan el gris. Por fortuna, esto no tiene por qué ser crónico.
Aparecen quizá otros colegas más intensos, como el sentimiento de pertenencia a un grupo, unos pequeños amagos de Ego, un sentido de la responsabilidad más o menos acuciante (en cuanto a exámenes, expectativas familiares, etc.). Y comienza la rueda perfecta de las diferentes clases a tomar carrerilla. Ya puedes comenzar a darte cuenta de quién es más popular, quién está más solo, quién se une a juegos masivos para no sentirse aislado y quién huye del acto social como un exconvicto. Corregidme si me equivoco, pero no creo que sea sencillo encontrar un solo pequeñín que a estas edades llegue sin ayuda a la lógica conclusión de “más vale solo que mal acompañado”.
En mi caso pasé más tiempo solo, o quizá así lo sentí, del que puedo recordar sentirme comprendido, rodeado y apoyado. Al menos en el colegio, pues en casa sí tuve bastante suerte (un abrazo a los que no pudieron contar con este u otros apoyos).
Os digo una cosa: tampoco me ha ido mal. También sirvió de material de construcción.

Pequeño inciso: ahora que hago un repaso de estos momentos de mi vida, me parece que han pasado eones. Como si no hubiera sido mi vida, como si estuviera recordando una película que vi hace muchísimo tiempo. Da un poco de miedo, si me paro a pensarlo.

El instituto es interesante. Muy interesante de hecho. Debido posiblemente a las hormonas bullendo, a todos los sentimientos nuevos disparándose y explotando de manera errática y caótica, y sumado y mezclado de manera exponencial a las explosiones contiguas liberadas por los compañeros en la misma situación.
Aquí el Ego es el actor principal, y suele acaparar también los papeles secundarios, de los extras, del malo, del público y hasta de los decorados.
Puedes encontrar varios grupos bien diferenciados que seguramente todos conozcamos, pero enfocándolo desde un punto de vista muy general, hablaré de dos: “los guays” y los “no tan guays”. En mi tiempo era raro sentirte en un punto terminantemente neutro, aunque sí que encontrabas oasis de relax popular. Les doy las gracias.
Sorpresa. En mi caso no estaba o no me sentí en el primer grupo en ninguno de los momentos. Y posiblemente fuera así hasta llegar a bachillerato, donde todos parecíamos estar más centrados con la inminente llegada de la universidad.
Os digo una cosa: todo bien. Increíblemente bien, de verdad.

Y a partir de aquí unificaré universidad y… ¿Vida Adulta? Porque a mis casi 30 años creo que aún no sé casi nada sobre ésta.
Después de haber hablado sobre las etapas que llegan hasta aquí, me es bastante fácil comprender, por un lado, lo increíblemente diferentes que somos los unos de los otros, con nuestros fantasmas y luces, pero también lo cómicamente encasillados que veo a algunos otros entes, que parecen haber seguido toda su vida una regla de tres, una suerte de fórmula cuadrada y contrastada científicamente, que tal vez ha hecho que se perdiesen matices, colores, tesoros, recompensas, ideas, soluciones y, en general, vivencias, para especiar la vida y que supiese mucho más sabrosa y peculiar.

Obviamente, no tengo estudios fuertes en psicología, y no me gusta faltar el respeto a nadie sin ton ni son.

Esto es solo un ensayo aleatorio escrito desde el más profundo globo producido por el Tramadol y cinco muelas del juicio menos.

Si, cinco. Hasta en eso he debido salirme del carril estipulado.

2 respuestas a “Videntario (adulterado)”

  1. Pasado el globo, con cinco muelas y cinco juicios menos debiste sentirte bien ligero, ¡gracias por este ensayo! Abrazos

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  2. Ya el prólogo me parece genial. Es difícil encerrar tanto contenido en un texto, da para un debate largo (muy interesante, además). Pero a los que nos sentimos solos en ser diferentes nos ayuda saber que hay más solos ahí fuera. Abrazo. Y enhorabuena por perder todo el juicio del mundo.

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