Planta séptima.
Habitación sin pestillos y con la ventana clausurada. Correas esta vez en el sillón. Su situación física ya le permitía salir de la cama, ya no usaba empapador ni la cuña. Sentada, con más dignidad, pero dignidad vigilada con correas por lo que pudiera pasar por su mente.
La medicación de Alicia le hacía oscilar entre el sueño y el dolor de cabeza. Prefería mil veces soñar. Unas veces con su sillón y su gato naranja al costado, viendo miniseries en la tele. Otras con su colegio y el comedor con jarras metálicas de colores donde esconder la comida. Pero sobre todo soñaba con la belleza de los instantes, de los detalles, de una conversación, de una mirada, del color aquel o el olor de aquello.
El dolor de cabeza venia después, occipital opresivo, sin vómitos. Sobre todo a última hora. Pero ese día fue tras la visita del médico de guardia. Los sábados no se pasa visita pero Alicia llamó al timbre y pidió hablar con alguien. Había recordado algo.
-Vaya, otra vez «un hombre joven». ¿No hay mujeres en este puto hospital?,¿las han mandado a todas a pediatría?. ¿O es que a las locas no las dejan tratar a otras locas?.
-Alicia, no empiece. Ya me han hablado de usted. Comienza a divagar sobre los detalles y yo tengo que acabar la ronda.
-Uf, estas correas no me dejan pensar. Parece que me aprietan el cerebro. Aflójamelas un poco, cariño. -Desde hacía unos días había comenzado a llamar a los demás como la trataban a ella.
-¿Cariño?
-Vale, señor doctor.
-Otra vez, detalles y minucias. Me voy.
-No. No se vaya. Apunte que luego me drogan y sueño y me pierdo entre poesías, atardeceres y ojos azules. Cuando venga la policía dígales que recuerdo cuando conocí a Mario. Que fue en Instagram. Fue una sugerencia de Instagram. Instagram ha cambiado mucho. Antes se subían fotos bonitas y si te votaban mucho llegabas a portada. Muchas con filtros y efectos añadidos. Otras auténticas. A veces muy sorprendentes. Adoraba Instagram.
-Alicia, es usted insufrible. Eterna. Desesperante- Pero tras decirle esas cosa, «el hombre joven» se sentó en la cama y dejó el busca entre las sábanas.
-La foto de perfil de Mario era un envoltorio de un «sugus” de piña. Me cautivó de inmediato y le di aceptar. No pensé en que podría ser de su hijo. No pensé que su hijo ya no viviera.
-Así que por fin recuerda al niño.
Fundido en negro en la mente de Alicia.
Siempre había odiado leer noticias sobre niños que tenían la edad de sus hijos. Niños a los que les habían pasado accidentes o enfermedades y que habían estado solos en ese momento. No lo podía soportar. Ese minuto entre la angustia y la muerte. La sorpresa, la sangre. El no comprender nada y la irremediable muerte en soledad.
Flash. Como una foto de portada de Instagram.
El niño y Mario. Otra vez la sangre.
-Aquella fue la última vez que los vi.
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