Toda la vida con los huesos rotos, deformados, con el cuerpo destrozado, vapuleado sin poder caminar, mirar, hablar. Siempre en la oscuridad, en mi lecho mórbido. Totalmente inmóvil, inerte, con un sonido sibilante como respiración, a través de un tubo artificial. Toda la vida rota. Desgarrada. Pensé que moriría así, sin haber conseguido nada. Sin haber vivido. Sin haber vivido. Ahora siento que mis huesos se han soldado, reformado, que mis heridas han sanado, están en costra. Aún duelen, pero se están secando. Están en costra. Aún no puedo caminar ni correr. Pero me he incorporado y puedo mirar hacia delante. Ahora tengo esperanza. A veces creo que todo mi pasado fue un sueño, una ilusión. Que nunca ocurrió. O que fue en otro tiempo, en otro lugar. A veces creo que desperté de un sueño muy largo. Todavía estoy medio dormida, viendo el amanecer de mi nueva vida. Mis huesos se siguen soldando, reformando. Mis costras secando. Es agradable el sol en la cara. Mi cuerpo se prepara para andar. Vivir. Ahora sonrío siento la brisa. “Tu paz como un río fluye en mi ser.”
Heridas de vida

2 respuestas a “Heridas de vida”
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Ole 👏🏻
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Me alegra que esas heridas estén ya cicatrizando. ¡Qué bonito!
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