«Usar la palabra esquizofrenia sería un poco frívolo»- comenzó a explicar Alicia al terapeuta, «más bien una doble vida, no, mejor amnesia de suerte, ¿amnesia de muerte?’»
Hubiera preferido que fuera una mujer, un poco mayor que ella. Tenía la fantasía que así no tendría que dar muchas explicaciones. Que la comprendería solo con ¿leer su nombre? en la plantilla de pacientes.
Sin embargo era un hombre joven, de frente abultada y ojos alegres. «Vaya», pensó Alicia, «en cuanto sea un poco amable conmigo y me preste algo de atención me enamoraré».
«Lo que me pasa»- continuó, «es que vivo en un pasillo. Un pasillo cochambroso y derruido con una puerta al fondo».
Paró el discurso en seco. No quería hablar de aquello. Sabía que no le pasaba nada grave, que su vida era estupenda. Trabajo, amor, familia, ciudad, amigas. Su querencia a la melancolía era lo que la mataba, ¿la había matado?. Pero seguramente es lo que le pasaba a todas las paciente que como ella estaban en la sala de espera. «Una mujer lo entendería mejor» repensó.
-¿No se acuerda de lo que pasó?, ¿sabe porqué está aquí?, le preguntó el hombre, extrañado de su discurso.
-¿Pasó algo?, no, para nada. Que vivo en un pasillo cochambroso con una luz muy bonita que entra desde la puerta. Yo vengo porque estoy triste muchas veces.
-Alicia, recuerde. Me habló de un timbre. De una puerta rota, con sangre.
-¿Timbre de telefonillo?. De repente le vino la imagen a la mente. «La sangre era mía» recordó.
-Alicia, céntrese. Concéntrese. Siga el hilo.
-El pasillo oscuro, la luz del fondo, el remordimiento. No se puede estar en los dos lados. Mejor desaparecer, despertar en uno de los dos lados y cerrar la puerta para siempre.
Las imágenes comenzaron a enfocarse más.
-La sangre venía de mis muñecas- prosiguió, -me corto cuando tengo ansiedad. No quería hacer nada más. Pero si veo mucha sangre me mareo. Sí, sí, eso debió ocurrir, un mareo y un golpe en la cabeza.
-¡Alicia, míreme! ¿dónde está?, ¿se acuerda de Mario?
La puerta del pasillo de la mente de Alicia se cerró de golpe. Vio a Mario en el suelo. Vio más sangre. «Tendría que ser una mujer», volvió a pensar. «Este hombre no lo va a entender. Mario no lo entendió».
Deja una respuesta