Tengo miedo de que tus besos
me distorsionen la cabeza.
De perderme en ti,
entregarme sin reservas.
Tengo miedo de que tus labios
secuestren mi voluntad.
Y buscarme en mí
(no encontrarme).
Y que un día ya no estés,
y yo no me vea más.
Tengo miedo de amar tanto
que cuando te vayas,
advierta que la vida
no era esta historia nuestra.
De los rechazos,
de la acompañada soledad.
Y de quererte en mi
obsesivamente.
Más y más.
Sin fin.
Y que un día todo termine
y yo no encuentre la manera.
Tengo miedo también, mucho,
de no saber poner límites,
de mi desorden mental con el tuyo,
de tus dudas y las mías,
de nuestra particular manera
de perder el control.
Pero más miedo tengo aún
a que un día me diese cuenta
de que mis años
no hubiesen merecido la pena.
De que la vida no me traspase
ni me trascienda.
De no dejar huella.
Más miedo tengo aún
a no encontrar nunca un sentido,
a sentir la muerte en vida
a no tener ningún motivo…
ni para el amor,
ni para tu olor,
ni para mis días.
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