El tiempo se detuvo y se llevó una parte de mí que no ha regresado y, por un instante, quise volver a un pasado seguro y congelarlo como un témpano a pesar del calor que desprendían aquellos recuerdos. Solías reconstruir a todo aquel que se acercase, tal como hiciste también conmigo misma sin siquiera entender que la vida nos daba una oportunidad enorme a ambas, aunque a mí más que a ti.
Hasta cuando te marchaste volviste a dar vida, es lo que tiene la pureza de los seres como tú y, además, me hiciste poder poner aquel punto final con quién nunca lo hubiera imaginado. Ahora puedo cerrar los ojos y volver sin romperme, estar en paz, por mucho que todo sea más difícil desde que no estás, por mucho que aún siga creyendo que pude hacer algo para que nada te ocurriera.
Pero estas son las cartas que nos has tocado jugar, esta es nuestra historia y a tiempo pasado te debía esto, un gesto tan sumamente honorífico como comenzar una nueva aventura y ponerle tu esencia al comienzo, quedarme con algo más que con la pena por aquello que nunca pudimos llegar a vivir, pese a escucharte en sueños y aún sentir tus patitas sobre mi cara. Siempre serás eterna.
Deja una respuesta