Los reyes magos están hartos. Se sienten encadenados a los caprichos de millones de personas en el mundo. Están básicamente hasta los huevos. Hartos de ir de casa en casa. Aún no les han puesto camellos eléctricos y tras lustros en la joroba de estos ya les empieza a escocer un poco los …
Luego llegan a las casas y la peña rodeada de lujos modernos (que no falte el iPhone y la tele estilo pantalla de cine), en algunos casos más y en otros menos, pero en todos solo se les ocurre cebarles a polvorones, galletas y demás mierdas que les vienen sobrando tras dos semanas de empachos varios.
Bienaventurados los que nos dejan un chupitazo. Bendita la crema de orujo, el licor café y el de hierbas. Dios os tenga en su gloria porque hace un frío de pelotas. – dice Melchor a su paso por Calamocha.
Lo que más les jode son los regalos por cumplir. Los repetidos básicos de cada año para los miles de millones de cuñados. Las bufandas feas a rabiar para las suegras. Los robots de cocina que reciben las mujeres con una media sonrisa entre el «qué guay porque lo quiero» y un «so desgraciao con patas en reyes no me regales un artículo de ama de casa». Las cremas anti-aging para las madres. Corbatas horribles para padres que nunca lograrán hacerles el nudo. Las colonias que algún despistado regala repetidas año tras año. Los libros, antaño por quedar de cultureta, hoy en día algún libro de mierder de cualquier influencer.
Los reyes magos quieren romper sus cadenas. Esto ya es absurdo. Si continúan con este sinsentido es por ellos. Los más pequeños. Y aún así se está yendo de las manos. No pueden meter tanto trasto en el mismo saco. Cada día más cacharros, todos dicen haberse portado de lujo como si fuera la carta blanca para provocarle una hernia discal al maltrecho Gaspar.
Pero es que la ilusión que ponen al ir a dormir el día de antes, el brillo en los ojos cuando miran por la ventana buscando ver una señal (quizá la estrella que los guía), la preocupación por si se han portado demasiado mal y solo recibirán carbón… los gritos en la mañana de reyes porque ¡han venido! ¡¡¡Han venido!!!
Por todo eso y mucho más merece la pena volver al camello hasta pelarse el culo entero. O eso sigue pensando Baltasar.
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