-Mamá, ¿cómo son los escritores?, me refiero físicamente, bueno aunque ya se sabe que la cara es el espejo del alma.
-Pues, son altos, a veces bajos, con algo de barriga y alguna vez calvos.
-Tú no eres así. ¡Quita entonces y déjame el ordenador que quiero jugar a los marcianos!.
-Vale, espera. Los escritores tiene los ojos en forma de paréntesis. Con la parte exterior más baja que la interior. Desde lejos parecen una aclaración de su vida. Incluso se les puede ver el interior del párpado inferior. Por ahí se les cuelan las ideas.
-Ummm, ¡vaya idiotez!. Además, tu tienes los ojos redondos, en horizontal y no se te ve ninguna conjuntiva de esas. ¡Qué asco!. Ya te he dicho que no necesitas el ordenador.
-Espera. Algunos tienen la frente muy alta, incluso con dos protuberancias. Tienen tantas ideas que se les salen del cráneo. Parece que la cabeza les va a explorar.
-Pues tu frente parece un tobogán hacia atrás. A ti te resbala todo.
-Ahora que caigo, también los he visto con una marca entre las cejas. Como si se exprimieran el cerebro sin relajarse jamás. Cuanto más profunda la marca, más zumo de ideas tienen.
-Mami, tú más bien tienes pelos caóticos entre las cejas. Quizás deberías depilarte un poco y dejarme el ordenador de una buena vez.
-La boca de los escritores es más variopinta. Puede ser ancha y carnosa, algo blanda. De haber disfrutado lánguidamente de los placeres de la vida. O también fina y apretada, de cirujano de palabras precisas y bien acentuadas.
-Pues la tuya es difícil de describir. La cicatriz de tu labio no me aclara nada. Zurcida por un lado y semiabierta por el otro. Incluso de te ven los braquets.
-Pero espera, que aun no te he hablado de cómo son sus narices. Grandes y ganchudas. Muy hacia delante. Husmean todo y se lo guardan para ellos. Los agujeros son estrechos para que nadie los moleste durante horas.
-Mamita querida. La tuya es pequeña, con orificios grandes por los que se ven cosas verdes y no distingues entre Baron Dandy y Heno de Pravia.
-Me falta el cuello. Los escritores tiene la barbilla fina y la mandíbula corta. Toda su fuerza está en las protuberancias del cerebro. No deben hacer nada porque tiene mucho que escribir.
-Entonces ¿qué leches haces tecleando y destecleando cada vez que quiero jugar si tu papada no deja verte el cuello? Tu cara es redonda, como un circo. Espera, ¿cómo un circo?, ¿un circo donde pasan cosas divertidas y trágica pero inconexas?, ¿dónde viven los seres más deformes y extraordinarios del mundo?, ¿donde te aburres, te ríes, comes palomitas y algodón dulce?
-Hijo mío, yo soy una cuentista. Toma el ordenador.
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