Camino con las manos en los bolsillos,
algo encorvado, inevitablemente,
sorteo charcos y las palomas
me esquivan a mí, aunque les diga
«no os preocupéis, queridas,
sentémonos a hablar»,
pero desconfían y lo entiendo;
ojalá llevase algo de pan -pienso para mí-,
quizás así…
Por fin llego a uno de los puentes que cruza
este Manzanares de 2022 ya sin lavanderas ni barcas,
aunque lo sigue atravesando el fascismo a diario,
a pie o en patinete, dirigiendo un carro de combate
convertido ahora en carro de la compra,
asediando Madrid por todos lados,
también desde dentro y desde el cielo.
Entonces yo, aun encorvado, miro abajo,
donde el río corre especialmente caudaloso,
y sonrío con los ojos
mientras agradezco la lluvia fría y pienso para mí:
quizás así…
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