Futuros Futuristas #3: ImperaDog Furiosa

-¡CORNELIUS!

-¿Sí, señorita Furiosa?

-¿Estás listo ya, de una felina vez, para redactar mis memorias?¿O tengo que esperar a que los estúpidos humanos evolucionéis UNA VEZ MÁS?

-¡Sí señora Furiosa! Quiero decir, que sí estoy preparado para escribir, no para evolucionar. Creo.

-¡Perfecto!¡Maravilloso!¡Olfativamente perruno! Pues vamos a ello, intenta ser rápido que tengo muchas cosas que hacer aún. 

-Anoto, su majeswarf.

-Bien. Ésta es la historia, mis queridos lectores, de cómo yo, ImperaDog Furiosa (anteriormente conocida como “Princesita”), salvé y condené a la humanidad. Y todo en un mismo día.

_

Todo comenzó una mañana tranquila en la que Camilo, mi dueño… Perdón, mi antiguo dueño, me sacó a pasear como cada día, a la misma hora que marca el aparato ese extraño que aun no entiendo. De hecho, es posible que los prohíba. Los perros no necesitamos horarios.

Mi exdueño no era una mala persona. A veces me daba de comer huesos de pollo con un poquitín de pollo todavía, y sabía qué ruta era la que más feliz me hacía cuando paseábamos (hay una farola que el “hijo de gata” de Brutus siempre meaba media hora antes que yo, y me reventaba que se me adelantase TODOS LOS COHETES DÍAS). Además, era tan estúpido que no tenía ni idea de lo inteligente que era yo. Jamás me agradeció que le avisara a ladrido vivo cuando una sirena sonaba en la calle, o cuando llamaban a la puerta de la casa de al lado, ¡Y estoy segurísima de que si no hubiera ladrado a ese señor del paquete, se hubiera metido en nuestra casa como si fuera la suya!

Pues bueno, la mañana que os cuento estábamos en la plaza del barrio. Camilo andaba tomándose un café en una terraza, y yo estaba comentándole a Calcetines que había un plástico con un olor muy curioso y rico en el cruce de ese semáforo tan marcado cerca de mi casa. En ese momento, con un estruendo sordo, una especie de avión redondo aterrizó en la plaza, y de él bajaron, desde una luz ubicada en el centro del coche ese volador, unos seres que yo diría que no eran humanos. Eran grises, tenían la cara alargada y solo llevaban tres dedos en sus patas superiores. Tuvieron una conversación extrañísima con los humanos de la plaza, que me da pereza traducir. Eso sí, se les veía muy enfadados. Calcetines, Pelanas y yo creímos entender algo parecido a que querían marcar la Tierra y quedársela para ellos.

Bueno, pues con los nervios del momento, a mi se me soltó la vejiga. Y en esa plaza, es curioso, pero no hay farolas, ni señales, ni coches aparcados ni bancos. Así que lo único que pude encontrar para orinar cerca fue una de las patas de la movida esa metálica en la que habían venido los seres amorfos estos. Cuando ya me di cuenta de lo que había hecho, primero sentí miedo, luego alivio (es cierto que me meaba mucho) y después sorpresa, porque los seres estos empezaron a hablar entre sí, y al rato de conversación, los humanos empezaron a mirarme con una mezcla de (igual que yo hace un rato) miedo y alivio.

La conversación que tuvieron los seres, que esta vez sí traduje, fue la siguiente:

“-Comandante, una especie no analizada está liberando su urea en nuestro estabilizador frontal.

-Ya, y qué, cuando acabemos con este planeta no quedarán muchas especies autóctonas.

-Ya comandante, pero es que, según los datos, estos seres específicos utilizan su úrea para marcar territorio…

-Un momento, qué quieres decir.

-Pues que, según las leyes estelares, nuestra nave nodriza ahora pertenece a este ser de cuatro extremidades y hocico puntiagudo.

-¿¡Me estás diciendo, Z-42, que nos hemos quedado sin medio para volver a casa y que encima se han quedado con una de nuestras naves más importantes!?

-Eso, y que por lo visto ahora tu, yo, y los 50.000 Blergvianos de la nave pertenecemos en pleno derecho a… Eso.”

_

-Así que por eso, querido Cornelius, ahora soy propietario de una cuarta parte de la población completa de Saturno y, por ende, de todos los humanos sublevados a esta. Ahora los perros tenemos el poder total y absoluto, los gatos se han escondido (espero que no estén planeando un golpe de estado en las sombras) y yo puedo comer todo el KFC que quiera y cuando me apetezca.
Mis primeras decisiones como dueña del mundo: poner una farola cada 2 metros, quitar las vayas a los pipicanes y colocar lanzapelotas en cada uno de los parques que adornan este precioso mundo. Además, como capricho personal, tengo al mejor cocinero de Purina en mi palacio. No cobra mal, no se podrá quejar.
Vaya, ahora me he acordado de Camilo. Es verdaderamente cierto que no se portó mal conmigo… Ahora me da pena haberle mandado a la humanera. Bueno, seguro que hace nuevos amiguitos de carne y huesPERO ESO NO LO APUNTES CORNELIUS.

FIN

Una respuesta a “Futuros Futuristas #3: ImperaDog Furiosa”

  1. What the fuck did I just read? Hahahaha tu imaginación es sobrehumana. Casi perruna. Impresionante.

    Me gusta

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: