El portero de mi casa

Sonó el timbre del portero.

Maldecí por tener que levantarme.

Miré por la ventana:

no había nadie.

Regresé a la cama.

Sonó de nuevo.

Fui directa al telefonillo.

¿Quién osa perturbar mi descanso?

Yo.

No me reconocí, pero abrí.

Esperé al ascensor.

No llegó.

Sería un repartidor,

un mensajero.

El cartero siempre llama…

De vuelta a la habitación.

Demasiado a gusto como para no ignorar

que volvieron a llamar.

No espero nada.

No he invitado a nadie.

Que vayan a otro portal.

Otra vez más.

Algún crío aburrido.

Otra.

Vaaaale. Vamos a ver.

¿Quién?

Otro más.

Otra.

¿Se habrá roto el portero?

Ring.

Creo que te has equivocado:

Aquí no vive nadie.

Y dale.

Alguna vez di al botón de abrir sin preguntar.

Nunca paró de sonar.

Pocos fueron los que se atrevieron a entrar;

muchos menos, los que sobrevivieron.

Una respuesta a “El portero de mi casa”

  1. La respuesta fue rotunda
    » Aquí no vive nadie».
    Yo desde luego no llamaría a tu portero , valoro mucho mi vida

    Le gusta a 1 persona

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: