Ironías del destino: después de recibir un premio nacional como protagonista femenina, aquellos que no creyeron en mí de pronto me reconocían como estrella absoluta. Entre todos aquellos mensajes, telegramas, audios y correos, uno en especial me sacudió, el de Candi.
Candi, Cándida en la lista de EGB, fue durante muchos años mi pesadilla en el colegio a diario, tenía miedo de ir a clase, de quedarme a solas con ella aunque no lo demostraba nunca, creí siempre que era mejor camuflar mi herida que hacerla pública para evitar escarnio colectivo. Saltar del colegio al instituto con gente nueva fue lo mejor que me pudo suceder.
Candi era por lo visto una escritora reincidente, tras muchos años de acabar periodismo, según me adelantó, intentó publicar varias veces, pero sin suerte. Por fin apostaban por ella en una editorial pequeña, así que, al ver mi nombre en las portadas de actualidad, pensó que sería un buen gancho incluir un prólogo de mi mano. Eso sí, tenía apenas dos días para pasarle el borrador final porque entraba directo a imprenta.
Se me pasaron tantas burlas por delante conmigo de niña, tantas humillaciones, tantas bromas pesadas, hasta una vez una botella de orines se estampó contra mi vestido…
Parece que su fuerte en el noble arte de la escritura era el thriller: suspense, asesinatos, policías, detectives, homicidios, sangre. Todo eso hizo un cocktail en mi memoria mancillada para idear algo como venganza. Contaba además conmigo para la presentación, así que me iría algo antes alegando compromisos dejándola sola en la mesa principal dirigida al público, en ese momento, inesperada e inexplicablemente caería un cubo de sangre en el centro de la mesa, justo encima de ella. Espero que Candi, a pesar de manipuladora y malvada, no tenga poderes psíquicos.
UNA CARRIE DESEMPODERADA
Una respuesta a “UNA CARRIE DESEMPODERADA”
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Seguro que así consigue un montón de publicidad. Es mejor no hacerle favores a la gente…
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