Contraseña 1234 (Parte 3)

Primera parte AQUÍ

Segunda parte AQUÍ

Apagamos las luces de la casa y dejamos la puerta abierta. La entrada tenía un metro cuadrado, a su derecha quedaba la cocina, de frente la habitación, y a la izquierda el baño. Nos apostamos cada uno en una puerta, aunque antes salgo al descansillo, me apoyo en el bordillo de la escalera y me aúpo para desenroscar la bombilla del plafón que hay en el techo, la carcasa de plástico redonda se quita fácilmente con dos pestañas de plástico, aunque está llena de polvo acumulado durante años. Me quemo un poco los dedos mientras dejo el octavo piso a oscuras y vuelvo a mi posición. La puerta del piso de los secuestradores había quedado abierta cuando salimos de allí, y desde la más absoluta oscuridad escuchamos al canijo claramente hablando por teléfono. Había despertado.

-Que me suda la polla si hay cola, que vengas para acá que se escapó la gallina… No no, la ayudo alguien… Que sí que sí, que vengas que es lo que tienes que hacer… Ostia, escucha, hay un rastro de sangre que va hacia los pisos superiores, voy a seguirlo, ¡TU CORRE!

Confieso que sentí miedo en aquel momento. Miré a mi alrededor en plena oscuridad, me pareció distinguir la silueta del palo de Waiar ondeando frente a mí, mientras escuchamos al tipo subiendo por las escaleras. El canijo llega a nuestro piso, tampoco le vemos, pero se escucha como intenta accionar la luz. Noto un ligero cambio en la presión del aire y escucho varios pasos cortos y rápidos, seguidos un golpe sordo tremendo seguido de un ahh del flaco, seguidos de más golpes. Alguien cae al suelo. Doy la luz de la entrada y veo a Olga ensangrentada y al flaco inconsciente y sangrando por la cabeza.

-Este hijo de puta es mío. Dijo alzando el rodillo tintado de rojo al aire, sonriendo entre sofocos mientras se limpiaba la sangre de la cara.

-Joder. Dije asombrado al estar dentro de una escena de Tarantino.

-¿Habrá que meterlo aquí o algo no? -Dijo Waiar mientras se asomaba a la cocina y abría el primer cajón, sacando un rollo de cinta americana. Olga y yo arrastramos al canijo y cerramos la puerta, David le ata de manos y pies.

-Uno menos. Venid a la habitación, he tenido una idea. Dijo Waiar susurrando.

Al dar la luz, miles de luces Led iluminaron la habitación cegándonos en varios tonos distintos, rojo, verde, morado y blanco, parecía la iluminación de una calle céntrica en Navidad. No había nada más que una silla y una mesa de escritorio enorme llena de monitores, ratones, teclados y videocámaras, con dos fluorescentes redondos en la parte trasera. Varios cuadros de series y videojuegos adornaban la pared, llamaba la atención uno que mostraba a Michael Jackson y E.T. posando juntos en una foto.

-Quiero que os pongáis a los lados de la mesa del ordenador, para que nadie pueda veros. Entonces voy a arrancar de nuevo el streaming de internet de nuevo y vamos a exponer el caso, sin revelar información personal claro. -Waiar iba de un lado al otro de la habitación, gesticulando con el cuerpo mientras contaba la trama- Así, cuando el otro tío entre en la habitación, se verá descubierto, y no se atreverá a atacarnos frente a cientos de personas.

Olga y yo no miramos, pensando lo mismo: este tío es un flipao. Bueno, conociéndole normal que pensase así, pero a verdad, habiendo visto las pintas y el tamaño del otro animal, no parecía el tipo de persona que se fuese a echar atrás en ese tipo de situación, así que dije:

-Anda anda, no te líes, creo que es más fácil que eso. Simplemente tenemos que ir de nuevo a mi piso, y encerrarnos allí.

Waiar no quería ceder tan rápido. Como buen argumentador que era, le costaba no tener razón en algo.

-Ya coño, pero ¿y que hacemos luego? Si se trata de gente peligrosa yo no voy a poder volver a casa – miró a Olga- ¿Se trata de gente peligrosa?

Ella asintió. -Son de la mafia, un cartel colombiano para el que blanqueaba dinero, intenté dejarlo, pero ya podéis imaginar como son estas cosas, cuanto más te mentes en algo así, más difícil es salir. -dijo en tono derrotista- Tras negociar con ellos, me prometieron que esto sería mi último trabajo. Siempre es igual, alquilan una habitación en cualquier ciudad con internet, todo de modo legal, pero sin lujos para no llamar la atención. Solo que esta vez al llegar al lugar me encontré con que me estaban extorsionando para que continuase trabajando para ellos. La puta mafia.

-¿Ves? ¡Vamos a tener que mudarnos a Zihuatanejo! -Waiar tenía los ojos salidos de sus órbitas, para un adicto a las tramas de los bajos fondos, aquello se estaba poniendo serio.

-A ver, el dinero no es problema – dijo Olga- si salimos de ésta, podéis contar con todo pagado en una vida nueva donde vosotros queráis. Ahora mismo tengo todo su dinero retenido en una cuenta falsa en un paraíso fiscal, puedo o bien entregársela a ellos si nos cogen, caso en el que probablemente nos maten a todos, o repartirla entre los tres si salimos de aquí cagando ostias.

-Vamos a mi/tu casa. Dijimos nosotros a la vez.

Continuará…

4 respuestas a “Contraseña 1234 (Parte 3)”

  1. Juro que solo queda uno más 🙂 gracias a los que llegaron hasta aquí, aguanten!

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    1. Jajajaja, es un placer, no una tortura. ¡Deseando saber el final!

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  2. Aquí seguimos espectantes!! Tómate el tiempo que necesites!!

    Le gusta a 1 persona

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