Siéndome sincero
a veces no me entiendo.
Me guío por sensaciones,
emociones, sentimientos.
Quizá por eso
me muevo con sus vaivenes fugaces.
Quizá por eso
mis acciones pueden resultarme
inconsistentes.
Quizá por eso
nunca soy el mismo que ayer
y cada día es distinto.
Quizá por eso
me complica mentir y ocultar
verdades.
Quizá por eso
suelo soltar lo que pienso
sin pensar.
Quizá por eso
vivo siempre apartado
en mi propia realidad.
Aunque, siendo más honesto,
dejo de entenderme
cuando no los sigo,
cuando entran las dudas,
producidas por el pensamiento.
Así pase años perdido
buceando en el mar mental
construido en mi cerebro,
olvidando que el principal
sentido de existir es vivir
sin miedo al porvenir.
Hasta que al fin
pude reencontrarme
y mirarme fijamente
frente al espejo
y hablarme de frente
con la sinceridad de un niño.
Quizá por eso
soy quien soy hoy
y mi cambio es constante.
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