Qué te preguntas:
¿Porque les cuesta tanto regalar(me), compartir,
dar,
a las personas que me quieren,
que me acompañan,
que me conocen?
Y puede que en alguna ocasión
te hayas metido en esx niñx enfadadx
que nos dice:
Es que son egoístas,
no me prestan atención,
no me conocen de verdad,
no quieren invertir en mí,
pasan de poner interés,
solo piensan en sí mismxs,
no se ocupan,
no dedican tiempo a lo que me importa…
Y no pasa nada,
si te paras,
y ves a esx niñx que grita y llora,
fruto de tí.
Y cuando dejas de echar balones fuera, porque hasta esx niñx se da cuenta,
que son demasiadas personas,
las cabronas,
a las que amas
y «aparentemente» te aman,
entonces te sientas a hablar, y escuchas:
¿Tan complicadx soy?
Y algo se mueve dentro,
en tu forma de mirar.
Porque igual son las espectativas,
o que no se comunican bien los anhelos,
que puede que no se valore lo que se recibe,
que hagamos responsable al resto
de lo que tenemos y de lo que no,
que no permitamos dar
porque se siente más segurx controlando
lo que llega,
que seamos extrictos
«con lo creemos que debe de ser»,
o que la comparación esté de pelea,
o nuestro ego,
y saquemos fuera serpientes y culebras
a esas personas que solo buscan
qué de sí entregar…
Por ejemplo.
Y si eso pasa,
es porque estamos aprendiendo:
-A recibir sin márgenes
-A expresar lo que nuestro corazón siente
y desea
-A valorar lo que llega
-A entender que a veces viene más
de lo que esperamos
aunque no lo entendamos
-Y a confiar
en que lo que llega,
siempre es para nuestro mayor bien.
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