Hay un nuevo inquilino en el bloque. La noticia me crea ansiedad, porque planeo cada minuto del día. No es fácil ser un asesino en serie. Ahora tendré que vigilarlo y observar sus costumbres. Seguro que será más difícil de rastrear que la señora Alicia, en paz descanse. Es algo que me fascina de la muerte. Un día estás en la casa donde hecho tu vida y, una semana después, un cualquiera cambia la mesa en la que reuniste a tu familia tantas veces por una baratija del IKEA.
Hay gente que merece morir, de eso no tengo duda. No digo que siga el código más ético del mundo, a veces mato por placer. Yo también soy humano. ¿A quién no le gusta darse un homenaje? Es en lo que se basa la injusticia: en la felicidad ajena. Y todos queremos ser felices, así que podemos darnos por jodidos.
El tipo es alto y va de traje, seguro que es banquero o político. O peor: publicista. Es una pena, no quisiera matar a nadie del bloque. Demasiado arriesgado. Aunque nadie investiga al vecino gay que viste elegante y saluda efusivamente en el ascensor. ¡Es tan fácil ser mago! Basta con pedirle a la gente que mire a otro sitio, manteniendo la sonrisa.
Vive solo, así que no le faltará el dinero. Seguro que contrata a scorts de lujo y guarda cocaína en alguna parte. Demasiado tiempo observando gente para no reconocer patrones.
Tranquilo, amigo. Te saludaré efusivamente con mi deje gay de televisión. Te daré aceite y sal si te hace falta. Te abriré la puerta y te invitaré a pasar primero. Tal vez creas que podamos ser amigos, pero seguro que te alejas en cuanto pienses que soy homosexual. Sí, eres de esos, ¿verdad? De los que publican tuits censurando cosas que luego rechazan.
Siento un escalofrío recorriendo mi espina dorsal. Es mi particular alarma, la que me indica que debo matar. No puedo reprimir mis instintos y es una pena. Tal vez podría ser paciente y llamar a la policía en el momento exacto en el que te drogas, mientras una jovencita europea se desnuda en tu habitación. Podría hacer algo bueno por el bloque. Por la memoria de la señora Alicia. Estará revolviéndose en su tumba viendo a qué te dedicas en su casa.
Hasta podría hacerle un favor a la sociedad, si eres político. En chirona no podrías meter la mano en la caja. Pero qué más da. Siempre hay otro. Siempre aparece otro más joven con ideas nuevas que parece más honesto. Otro prestidigitador. Lo repito, me sé el truco: hacer que miren a otro lado mientras sonríes.
Pero no te agobies. No soy vulgar. Los cuchillos de casa los uso para cocinar, igual que tú. Si es que cocinas. Te gusta que te lo den todo hecho, ¿verdad? Tranquilo. Yo tampoco me mancho las manos, no soporto esa sensación. Yo mato de otra forma. Se podría decir que mi arma tiene silenciador: mato con la indiferencia.
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