Me invito a sentarme a escribir
un rato a solas conmigo mismo.
Yo y mi yo interior
enfocados en la misma misión:
extraer un diamante
en forma de palabras,
juntarlas,
pulirlas
y quizá
exponerlas.
A veces lo consigo,
otras simplemente
escribo algo
casi sin sentido.
Latidos dormidos
del pasado,
anclados…
varados a la orilla
del olvido
hasta que mis sentidos
los encuentran.
Los traen de vuelta
y me enseñan
cómo afrontar
nuevas tormentas.
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