Edgar se levantó con el pie izquierdo aquella mañana. Se había olvidado de hacer la cama el día anterior, y las sábanas y mantas posaban traviesas por toda la habitación menos sobre él. Menos mal que el termostato solo marcaba 15º. Podría haber sido bastante peor.
Caminó blasfemando tembloroso hacia el salón, rascándose las picaduras de los mosquitos que, sin haber pagado la cuota mensual, se habían instalado en su habitación y jugaban al escondite «modo Dios» cuando encendía la luz fumigador en mano.
Con la leche que quedaba en la nevera apenas tenía para un cortado. Con lo que le gustaba a él un café mitad y mitad para “semi” despertarse.
Cuando ya había mojado la primera galleta (deshaciéndose ésta en el aire y cayendo haciendo un mortal perfecto hacia la taza, manchándole el blanco pijama recién sacado del tendedero), recibió una llamada de su jefe, que necesitaba hacer una reunión de urgencia para preparar el proyecto de aquella tarde que ya iba con mucho retraso por, según ese imbécil, un fallo en los documentos impresos la semana pasada, gracias a un error garrafal de nuestro pobre protagonista. Pobre, pobre protagonista…
Así que su desayuno matutino mirando a la pared y analizando las caras que ofrecía el gotelé tuvo que ser sustituido por una chapa de cuarenta minutos sobre rollos burocráticos. Rollos con cafeína y pasta de galletas en el fondo.
Nada más salir a la calle, un pájaro salvaje y un Mercedes con prisa firmaron un acuerdo para manchar de agua y mierda de pájaro la preciosa chaquet…
-Bueno ya está bien. Se acabó, no puedo más.
Ehm, ¿Perdona?
-Que me expliques qué cojones te he hecho yo para estar puteándome tanto. Por favor y rapidito, que hace frío y acabas de escribir que me han mojado entero.
Pero, ¿Me estás hablando a mi?
-¿Tú ves a alguien más por aquí? No sé, ¿Un alma gemela maravillosa que me dé algo de apoyo, o un mejor amigo que me comprenda en un día de mierda como el que llevas un rato creando para mi? No, un puto pájaro cagón y el dueño de un Clase A. Esos son mis acompañantes en OTRA MARAVILLOSA AVENTURA DE SUJETO J, ¡AHORA CON MÁS MIERDA POR PÁRRAFO!
A ver, relajémonos, no pensé que estaba haciendo daño a nadie. Siempre pensé que erais, como decirlo… Entes sin sentimientos.
-Ah, qué bonito, gracias.
Perdón, no quería ofenderte, lo siento. Yo que sé, dime… Dime si puedo hacer algo por ti. No mucho, por favor, que tengo que seguir con la historia.
-Así me gusta. Pues a ver… Quiero… Quiero un Ford Mustang. Con los asientos calefactados, que hace un frío del demonio.
Sigh… De acuerdo.
Edgar encontró en su bolsillo las llaves de un Ford Mustang negro con los asientos calefactados, casualmente aparcado en la puerta de su casa.
-Lo quiero azul.
¿Joder en serio?
-Eh, creo que me lo merezco. No llevo ni una hoja de vida y ya llevo una vida de mierda. Azul, lo quiero azul.
Que lo quiere azul dice… Mira, Edgar, no. No va a ser posible. Además, tengo una idea en la cabeza y ya tengo que darle vueltas a cómo narices meto un Ford Mustang en el relato que quiero escribir. Te lo vas a quedar negro o de verdad que ya me estás hartando y te hago ir en bicicleta campo a través.
-No, no lo vas a hacer.
¿Porqué estás tan seguro de eso?
–Y aquí empieza mi minuto de gloria, señoras y señores. Verás, J, tú que te consideras un tío inteligente, habrás caído en la cuenta de que soy producto de tu imaginación.
Ahá.
-Y habrás caído en la cuenta de que, por tanto, he vivido en tu cabeza.
Espera, para…
-Y que lo sé todo sobre ti.
Edgar te aconsejo que te calles ahora mismo y me dejes continuar el relato…
Ah, no interesa lo que tengo que contar ¿No? Al lector solo le interesa que sea yo el que está jodido.
Esto no puede estar pasando. No eres real, yo te he creado y puedo hacer que pares de hablar ahora mis…
No interesa que hable de tus inseguridades, de la capa de egolatría que te pones sobre los hombros para tapar tu falta de confianza. De tu sensación de soledad velada y errada. De que nadie te comprende, pero que en realidad pones un muro acristalado a todo aquel que te intenta comprender. Del amargo sentimiento de que quizá nunca encuentres a nadie que llegue a encajar contigo del todo, o mínimo un porcentaje lo suficientemente alto como para que supere esas estúpidas barreras autoexigentes que no has sabido derribar. Eh, y si llegas a conocer a ese “Ente”, ¿Quién te dice que no sufrirás el asedio con acoso y derribo de esos miedos, fantasmas y demonios que te impiden ser suficiente y te hacen analizarlo todo, que no te dejan liberarte y disfrutar, sin acabar huyendo como haces siempre que se te brinda una oportunidad fugaz de ser feliz?
…
-Vaya, el narrador se ha quedado sin narración.
…
-¿De verdad no tienes nada que decir?
… El coche era azul.
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