Suelen decir que las relaciones son complicadas, y creo que es porque son de cristal fino y delicado.
A veces tratamos de divinizarlas porque se sienten tan especiales… Y seguramente lo son, pero también humanas.
Y es que el hecho de que estén fabricadas con este material, implica tener que cuidarlas con dedicación y mimo, con gentileza y sutileza.
Pasamos por la vida con nuestro ego, nuestros temas a trabajar, nuestras emociones a veces explosivas, nuestros deseos algunos inmediatos y poco madurados, nuestras inseguridades y actos impulsivos, y la transitamos como elefantes por ese lugar donde se encuentran nuestras relaciones más codiciadas, esas de cristal fino y delicado, caminando lo mejor que podemos pero con todo lo que traemos.
Y lo difícil es que no se rompan a nuestro paso, teniendo en cuenta también los movimientos y necesidades de esa relación, haciéndonos cargo de nuestra parte, y sabiendo que el otro también trae su carga.
Lo pienso y da miedo, porque algunas relaciones significan tanto… y ver su fragilidad asusta.
Pero creo que lo bonito es precisamente esto, reconocer ese material que las construye, nuestra humanidad y la del otro, nuestras ganas de conservarlas y de que crezcan, y caminar piano. Porque si conseguimos sostenerlas en esta sabana, estaremos recibiendo y entregando amor a cada paso, que no es la persona o la relación en sí, sino cada uno de esos actos de respeto, consciencia, constancia, y cuidado, a esas uniones hechas de cristal fino y delicado.
Deja una respuesta