Por si la volvíamos a ver volar, habíamos inventado un saludo. Algo muy sutil: levantar las cejas y pasear la lengua por el labio superior. Un movimiento que duraba algo menos de un segundo y que incluso Juani, nuestra cuidadora, practicaba. Nos partíamos de risa ensayándolo. Llegado el momento, mamá nos correspondería desde las alturas, pero solo si no tenía una misión especialmente peligrosa. Por su parte, papá practicaba el heroísmo a su manera: había propuesto una drástica reducción de plástico en la fábrica de juguetes. Según nos contó, su jefe había combinado una media sonrisa de desprecio y un resoplido como respuesta. Todo ello, también en menos de un segundo.
Códigos
2 respuestas a “Códigos”
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¡Ya te digo! Cada cabeza, y en cada momento, dibuja unos caminos…
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