Estaba intentando escucharte, pero el movimiento de tus labios se me antojaba suculento… Cuanto más te miraba, más mis propios labios se abrían y humedecían. El calor me recorría y mis poros se abrían como flores al sol, dejando escapar su néctar, un néctar vivo y deseoso de tocarte y atraerte hacia mí. Te sonreía como si entendiera tu sonata; tus movimientos corporales, mostrándome unas imágenes perfectamente colocadas y unos gráficos con columnas erectas, acariciaban el aire que compartíamos y provocaban un movimiento instintivamente natural de acercamiento a tu espacio vital.
Tu espacio vital. Afortunada aquella o aquel que traspasara tu espacio vital y se empapara de tu olor hasta quedar anestesiada y perder la noción del tiempo y el espacio.
—Y bien, esto es todo lo que tengo hasta el momento. ¿cómo lo ves? ¿crees que podemos hacer algo con esto?
—¡ahh! ¡Uau! Si, parece un gran trabajo… mmm… si no te importa, ¿podría llevarme todo esto y estudiarlo con más detenimiento?
—Oh… si… claro, por supuesto…
—… ahora tengo que irme porque tengo otra reunión, pero lo quiero mirar tranquilamente. Creo que has hecho un gran trabajo y… se merece una buena lectura. – Traté de disimular que me estaba derritiendo como una vela de cera al sol.
—Claro, por supuesto. Ningún problema. Tan solo que para mañana lo necesitamos a primera hora, así que…
—Si, si… esta tarde mismo te llamo y te doy un feedback, no te preocupes.
—De acuerdo entonces, espero tu llamada. – Me sonreíste y me guiñaste el ojo y tuve que bajar la mirada. Aquello era insoportable. Te levantaste y me alargaste la mano. Me levanté y te di mi mano mientras te miraba a los ojos… «Si, quiero».
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