“Cuerpo que pesa es corazón que no suelta.
Porque habla y busca moverse
para transmutar,
para rascar en medio
de las entrañas,
justo ahí
donde nos empeñamos
en no mirar.
De vez en cuando se agarra
y transforma su sentir
a síntoma,
proyectando hacia afuera
lo que no colocamos dentro
pero que cabe,
porque es.
Y molesta,
nos da rabia que se muestre
que nos duela,
que se sienta
con tapa y tirita,
porque está.
Y es entonces
cuando no hay más
que meterse de lleno
a tocar miel y barro,
porque el cuerpo cuenta
nuestra historia,
y lo hace de verdad.
Y es entonces
cuando no hay más
que meterse de lleno
a tocar miel y barro,
porque el cuerpo cuenta
nuestra historia.
Y lo hace de verdad”.
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