Una tarde cualquiera, caminando perdido por uno de mis bosques favoritos, divisé a lo lejos una luz. Emanaba de una hoguera que, casualmente, en ese momento ardía a solas en medio de un claro principesco.
Al acercarme noté al instante un calor agradable, casi familiar. Sin embargo, tuve la certeza de que si me acercaba demasiado, se apagaría dejándome al amparo del frío una vez más. Irónicamente, también tuve la sensación de que si me alejaba lo suficiente, la vería apagarse para mí, como dedicándome una última y flamante “performance”.
Así que lo único que pude hacer fue sentarme cerca y entablar conversación.
Le pregunté por quién quemaba. Me respondió que por ella misma, que bastante había ardido anteriormente por falsos aventureros finalmente cobardes.
Me contó que antes de apagarse, quería llamear con la fuerza de una estrella. Yo le conté de mi miedo a los lobos y criaturas del bosque.
Ella me pidió que contase todas sus tonalidades. Yo conté 28 tonalidades de rojo. Ni de lejos estaba cerca de haberlas visto todas.
Ella soltaba chispas que a veces arañaban y dejaban pequeñas marcas placenteras en mi piel. Yo no entendía, al admirar el intenso brillo del fuego, cómo podía ocurrir simplemente por una reacción química más o menos compleja. A mi no me engañan, ahí había algo más.
Ella me habló de vida, rock and roll y sexo. Yo intenté por todos los medios atisbar su raíz, pero el constante incendio creaba una preciosa pantalla de humo. Humo que, en cierta parte, me colocaba. Y a mi que nunca me había gustado perder el control…
Finalmente, como por arte de magia (y no fruto de una reacción química), acabé rindiéndome al sueño más profundo y plácido que había tenido en mucho tiempo. Esa noche los lobos no existieron para mí, y el bosque parecía menos terrorífico.
Al día siguiente, cuando volví a la marcha solitaria, aún me dio por pensar si realmente conversé con el fuego o, si por el contrario, todo fue fruto de una imaginación trastornada e hiperactiva.
No lo sé. Tocará reunir leña y carbones para la siguiente madrugada.
Deja una respuesta