Andy y Alfred. – 3ª parte. Complicaciones

Se plantó en el vestíbulo con una pierna más larga que la otra, el cuerpo estirado casi tocando el alto techo dorado con decoraciones renacentistas y la cara desencajada jadeando en una mueca diabólica que daba miedo. Tenía el brazo derecho aún estirado sosteniendo el pomo redondo de la inmensa puerta de entrada, la cuál con un pequeño golpe de gesto, cerró de un portazo dándole a Mr. Estúpido en las narices y dejándolo fuera. 

Esa puerta solo se cerraba en casos de emergencia porque era muy difícil volverla a abrir. Tenían que venir técnicos del otro lado y tardaban 3 días cuando se llevaban bien entre ellos, si no, podían tardar semanas. Una vez un grupo tardó 2 meses en abrirla. Ese fue el tiempo que tardaron en sincronizarse completamente. 

Saltaron todas las alarmas, las cuales, por supuesto, no se oían. Pero todas las personas que estaban en el vestíbulo en ese momento se quedaron completamente estupefactas y a la vez alarma-das. Las sinapsis que se estaban generando en sus cerebros en ese momento generaban una corriente de energía invisible que se unificaba en la cúpula Renacentista y de ahí a todos los mundos. En esa cúpula había unas pequeñas esculturas que parecían una mezcla de duendes y ángeles que sostenían una lámpara de aceite abierta, como las hinduistas, con una llama de oro. Había 7 en todo el recorrido circular de la cúpula. Cuando la corriente de energía sináptica estuvo a punto de llegar a su fin, poco a poco esas figuras doradas se «descongelaron» y volvieron a su forma de carne y hueso y la llama de oro se tornó de fuego. 

No salieron de la pared ni abrieron los ojos… todavía… 

Andy recuperó su forma y estatura y la maldad abandonó su rostro. Ahora tan solo se leía decisión, triunfo y una gran oportunidad de, por fin, demostrar la inocencia de su cliente y de que el caso estaba amañado desde un principio. Tan solo tenía que darse prisa. 

Al fondo del hall, también circular, había una urna cuadrada de cristal en la cual cabían 5 personas. El trasladador. Intentó avanzar, pero no pudo ni mover un músculo. Estaba congelada. Se le borró la sonrisa de la cara. Detectó entre los pensamientos de los presentes uno muy fuerte que era el que parecía que la estaba frenando. 

Su «amigo» John se encontraba a su izquierda en el mostrador de escaneo de documentación. Su cara mostraba preocupación y también compasión. John era el único que la entendía, pero su desmedido sentido de lealtad y obediencia hacia las normas le impedían hacer lo correcto. 

Sin moverse un milímetro, a ambos se les tornaron los ojos vidriosos. Andy elaboró un pensamiento-escudo para liberarse y John encontró rápidamente todos tus puntos débiles, así que la tenía bien amarrada. De su mente salían líneas de pensamiento doradas que se ramificaban y entraban por todos los poros de su destartalado escudo. 

«¡Oh, John!, vamos, sabes que TENGO que hacerlo. Por una vez en tu vida, te pido por favor, que escuches tu corazón y sentido común.» John volvió a la realidad y entreabrió ligeramente la boca.

Su respiración se tornó más profunda. Sus hilos se debilitaron, pero, aun así, eran demasiado fuertes como para que pudiera zafarse. Andy suspiró. Eso le iba a llevar un tiempo. Pobre John.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: