Observando las nubes
en el cielo
me adentro
en el mar
de los recuerdos
salados, amargos,
dulces y tiernos.
Viajo por ellos,
reviviendo cada momento.
Besos, abrazos,
miradas y gestos.
Llantos ahogados
sobreponiendo mi sonrisa.
Abrazos eternos,
despedidas, idas y venidas.
Una vida plena en melancolía.
Que sería de mi
si no me visitara cada día.
¿Qué sería?
¿Qué escribiría?
¿Qué cantaría?
Si aprendí a sonreír
gracias a ella.
Cada día que venía
me enseñaba algo nuevo.
Observando las nubes
en el cielo
me adentro
en lo profundo
de todo lo que siento…
Y pienso.
Cuantas veces me mentí
a mi mismo
por no saber decir
te quiero,
ven,
vuelve,
quédate conmigo
un ratito más.
El presente es eterno,
cambio incesante
y pasa a cada momento
y jamás vuelve
a ser el mismo.
Así asumí este futuro
que yo mismo construí.
Buenas, malas decisiones…
Como sea.
Al fin y al cabo todo es neutro.
Llegué a este punto.
Aquí me hallo
despertando de mi letargo.
Algo descompensado aún
por las ganas de dormir.
Mi conciencia
me mantiene alerta.
Hay un camino que forjar.
Mi alma
despierta siempre
me dice: no te rindas aún.
¡Recuerda!
Existen seres
por los que has de luchar.
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