Voy atando cabos, a toda mecha, junto a las velas.
Pero que nadie sople, no hay cumpleaños alguno,
ni nada se celebra.
Con cien cañones por banda, el ritmo será pesado, arrasador; discreciones las justas, ese tiempo hace tiempo que pasó.
Uno a tierra y el resto al aire que cada uno prefiera, que, entre botavaras y botarates, queda poco. La elección, una quimera.
La voluntad, por ser la última, la respetaremos; que no se rinda el honor. Así pues, atentos. “Horroris causa” entonemos.
La ovación de gala, ya que trincan tan ufanos, a la chita callando. Que empalados se afanen el trinquete, devoción surrealista al daliniano santo.
Clama el cielo calma chicha, como agua a la que se iza bandera sin pendón. Que ardan la vara y la junta de la culata, la razón de la sinrazón ardió.
Y si algún desorejado reclamara, que sea por retreta, Casandra no está para operar. La devolución se andará a Gata, a puro maullido, declamando Trafalgar.
Miau dice el “abuelo”, mientras misericordia clama “Torquemada” en lo alto de la mesana, que hará las veces de cruz. Aquí hay gato encerrado. Pedro Navaja el cuchillo afila, para qué, con el bonito, Pérez caldos haga, a la sombra de su luz.
Como siempre hay algún resentido, del salpicón yo hago donaire. Ahora voy y mojo picón por sacos en la hoguera del Tajogaite.
Tres Salvas entre los cabos, mariposa en el estómago, ¡aguantad la respiración! Aquí no se salva nadie, ni aunque sepáis nadar a crol.
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