Hace tiempo pedí una señal al universo.
Dicen los libros entendidos en lenguaje del universo que la señal la eliges tú. Por ejemplo, quieres saber que una elección es la correcta dices “si veo un chico rubio con una camiseta rosa la elección es la adecuada”. El truco está en que si tienes muchas ganas de estar en lo cierto, eliges algo que se vea con mucha frecuencia. Y al contrario, “si me he equivocado quiero ver un Ferrari amarillo en mi pueblo”. En el fondo puede ser una manera de aclarar tus preferencias de forma imaginativa y emocionante.
Yo pedí una señal. Un deseo. Si se me iba a conceder vería una mariposa negra.
El primer día fue asombroso. Me llegó un paquete de Amazon con un libro. Al abrirlo cayó al suelo un marcapáginas de publicidad con una gran mariposa negra. ¡Uala!, pensé, ¿Por qué no lo habré pedido antes? Y desde entonces no he hecho más que ver a las dichosas mariposas en todos lados. En fotos de Instagram, en exposiciones de pinturas modernistas, tatuadas en los brazos y hombros de los veraneantes, en grafitis, en pegatinas de coches, en bolsas, incluso las he visto volando a mi alrededor.
Las putas mariposas negras están de moda.
Pero el caso es mi deseo tiene el mismo color de las mariposas. No se cumple. Es malo. Es negro. El universo tiene un gran sentido del humor.
Voy a matar a todas las mariposas negras que vea vivas. Voy a colorear todas las mariposas negras que vea pintadas.
Le pediré al universo una plaga de depredadores de mariposas, serpientes, sapos, ratas y monos para que acaben con todas las mariposas del mundo, y de paso, con todos los deseos del universo.
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