(Tienda, Michel Dumont) Guiñándome, Michel continuó con su meticulosa observación; al incorporarse de nuevo y mirarme de aquella manera, supuse que me contaría algo bueno.
—No se si será lo que andas buscando, pero mi Bisabuelo captó por lo que logro discernir, a un esclavo observándola. El corazón me dió un vuelco.
—Acércate! Entregándome sus gafas lupa para que observara, me puse a ello; cuando localicé a la otra persona de la foto, me incorporé como catapultada, aunque la imagen no era tan clara como la de Ruby, mi corazón advirtió el rostro de Solomon.
—Es evidente que la foto tiene mucho más de lo que ambos pensábamos!
No te la encontraste verdad! Yo lo miré algo avergonzada por haberle disfrazado la verdad.
—Sabes, cuando era un crío mi abuelo me contó una bonita, aunque triste historia de una pareja de esclavos de Evergreen. Me explicó que su padre había retratado a varios de lo esclavos de esta azucarera, a su capataz y a sus principales hombres; dichas fotos están expuestas en la plantación, Me contó que una de ellas desapareció, precisamente la de la joven Ruby de la historia. Mi corazón se aceleró descontroladamente, llevándome la mano al pecho por ello. ¿ Estás bien? ¡Traeré agua! Cuando regresó y bebí, me vi en la obligación de contarle.
—Muchas gracias, muy amable! Primero quisiera disculparme por intentar
disfrazar algo que ya era de su conocimiento desde hace mucho tiempo, Michel me miró agradeciendo mi gesto.
—Verá, se de la historia de Solomon y Ruby, por el taxista que me llevó del aeropuerto a la pensión; este me explicó a razón de que me escuchó hablar en voz alta mientras observaba la foto … la foto que Solomon me enseñó en el avión y que luego cuando aterrizamos podría decirse, quiso entregarme por alguna razón que aun desconozco. Mis gestos nerviosos hicieron tomar la palabra a Michel.
—Se dice que el alma de Solomon vaga hasta poder reencontrarse con Ruby. El capataz sabiendo del idilio de la pareja, vendió a Solomon a otra plantación lejos de este estado; este consiguiendo escapar lo capturaron cerca de Evergreen. Castigado allí mismo, en presencia de Ruby y esta advertida por su capataz, sabiendo que no volvería a verlo se quitó la vida días después. Ambos soltamos un suspiro… Ahora fui yo quien tomó la palabra, comenzando a explicar mi experiencia con Solomon desde la terminal del aeropuerto de Barcelona, hasta el aterrizaje en el aeropuerto de Louis Armstrong. Pensé que Michel me tomaría por loca, pero me dejó bien claro que estaba metido de lleno hasta el mismísimo alma; el brillo de sus ojos no me dejó dudas.
—Tras analizar todo lo que sabemos y de lo que disponemos, he llegado a una conclusión. Por probar no se pierde nada. ¡no sé qué pensarás tú! Le pedí que continuase.
—Creo que si logro retratarlos juntos, llevamos la foto donde se les venera y realiza la ceremonia de difuntos, conseguiremos la paz que desea Solomon. ¡ Qué me dices!
—Eso es maravilloso! ¡Nunca podré agradecérselo lo suficiente! El hecho de no tomarme por loca y querer ayudarme, me dice la gran persona que es. Aquel abrazo fue inevitable.
—Bien querida, pongámonos en marcha! ¡El tiempo apremia! Tal cual me explicó así hizo; Michel estuvo todo el resto del día y parte de la noche trabajando en la foto. Yo hice todo lo que tenía previsto; la insistencia y casi orden de Michel, no me dejó alternativa.
A la mañana siguiente, tal como acordamos; desayunamos juntos. Al mostrarme su pulido trabajo quedé eclipsada, emocionada cogí sus tiernas manos. Poniéndolas en mis mejillas presioné suavemente a modo de abrazo. —¡Te estoy tan agradecida, eres maravilloso!
—Creo que les debo mucho a los genes Dumont ! Yo le sonreí sin poder evitar dejar escapar la lágrima que pendía. —Sabes lo que significa esto para mi! Me has hecho sentir vivo como no lo hacía en mucho tiempo. ¡Ambos hemos ganado con esto, verdad! Sonriendo, asentí.
—Solomon y Ruby han cambiado nuestras vidas! Con voz temblona, le seguí.
—Y nosotros cambiaremos su triste final, estarán juntos toda la eternidad! Continuará…
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