A veces
escogía un número
y abría un libro,
en espera
de la sabiduría
del azar (y narcicismo)
que me sacara
de la tristeza,
del abismo,
de la incertidumbre,
y no me cuadraban
las cosas que leía
con respecto a lo que sentía,
incluso el chisme
de TV y novelas
no me dañaba tanto
como yo esperaría
que lo hiciera.
En fin,
mandé a la mierda
el oráculo
y ahora abro
libros al azar
solo para saber
si te encuentras ahí.
Deja una respuesta