Ella

Y de repente apareció, sin más, sin buscarla, sin pensarlo, sin saber como pasó ni en que momento, como ese rayo de sol que se cuela entre las ramas de un árbol y te ciega durante un segundo, pero que luego ilumina cada paso que das.

Como la resaca del mar que te arrastra sin remedio, que te asusta porque tú no llevas el control, hasta que te das cuenta que si te dejas llevar todo se vuelve más fácil. Que el miedo, se vuelve paz, que eso que tanto te asustaba ya no existe, que el tiempo es relativo y ya no pasa entre nosotras dos, porque tú y yo hemos sufrido y hemos sobrevivido.

Ese tramo de tiempo de empezar a quererte.

De quererte mucho a quererte toda.

Porque de repente un día, estás sonriendo, una sonrisa que se te desborda de la cara, en calma, feliz.

Porque cuando sostienes mi mirada, todo el ruido se apaga, y todo está bien, hasta lo que está mal.

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