Volátil.
Como el partir de un mártir, no la cátedra en su atril.
Como la parca y su violín, o el daño de un balín que impacta. El valor que nos damos, si al volar fallamos, también fugaz estalla.
Volátil no se puede deformar. Es un suspiro. Es una brisa de euforia golpeando los receptores nerviosos del placer y del dolor. El efecto completamente opuesto al momento en que ves la torre derrumbarse, por ejemplo. Cuando el tiempo se para, volátil desaparece, se esconde, huye…
Pero no tengas miedo. Cuando haya pasado la desgracia, mucho tiempo después, volverá y te susurrará al oído que sí que estuvo ahí.
Pero no lo supiste apreciar, porque todo pasó muy rápido.
¿No?
Deja una respuesta