Y llueve. Llueve y llueve sobre mojado.
Mirando como el papel se deshace en el agua, como la tinta se corre convirtiendo lo que has escrito en simples borrones negros; lloras porque en cada uno de esos borrones había un trocito de tu alma.
Algo que se ha perdido para siempre.
Y rezas; rezas a algo en lo que no crees, por encontrar el valor para cambiar las cosas, porque llegue ya el día en el que toque escapar, por que llegue el momento de decir basta.
Rezas para tener fe en las palabras, para tener fe en ti, para tener fe en el mundo. Por volver a la inocencia, por abandonar la crueldad, el recelo y el miedo. Es entonces cuando te descubres sonriendo, cuando descubres el motivo de tu risa y deseas que no acabe nunca, que no desaparezca.
Llueve, llueve sobre mojado y piensas, que eres uno de esos papeles, nada más que un cúmulo de sueños rotos…
Nada más que sueños de papel mojado.
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